El modelo político de Nicolás Maduro le ha producido un enorme daño a Venezuela.

El presidente venezolano firmó el viernes 13 de mayo un decreto de estado de emergencia, al tiempo que sus decisiones hunden a la economía, violan los derechos humanos, recortan las libertades públicas y socavan el funcionamiento del sistema democrático.

Maduro dice que la situación es producto de una guerra económica contra su gobierno, pero no menciona que en los últimos 16 años han cerrado 8 mil empresas.

Distintos dirigentes políticos han urgido a la comunidad regional para que actúe pronto, con el fin de evitar un desenlace de violencia.

El secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, ha puesto el dedo en la llaga y le ha espetado a Maduro:

“Debes devolver los presos políticos a sus familias… debes devolverle a la Asamblea Nacional su legítimo poder, debes devolver al pueblo la decisión sobre su futuro. Que nadie cometa el desatino de dar un golpe de Estado en tu contra, pero que tú tampoco lo des. Es tu deber. Tú tienes un imperativo de decencia pública hacer el referéndum revocatorio en este 2016, porque cuando la política esta polarizada la decisión debe volver al pueblo, eso es lo que tu Constitución dice”.

La prematura muerte de Hugo Chávez y el desplome de los precios del petróleo dieron al traste con el modelo desarrollista intentado en Venezuela. Se ha querido extender este diagnóstico a Ecuador, Bolivia y Nicaragua, los países de la Alianza Bolivariana para América (ALBA), pero las circunstancias son distintas en cada país.

Nicolás Maduro y Diosdado Cabello han destruido lo rescatable del legado de Chávez, que incluso la propia oposición agrupada en la Mesa de Unidad Democrática (MUD) reconoce.

Maduro tiene los días contados, porque ya se convirtió en un lastre para sectores del propio chavismo. Cuando visitó México, la dirigente opositora Lilian Tintori habló de tender puentes hacia el chavista de a pie que vive en carne propia los errores de sus líderes; no se pueden echar para atrás las manecillas del reloj para restaurar un país que sólo sirve a un pequeño puñado de venezolanos.

La corrupción desenfrenada hizo que la fabulosa renta petrolera venezolana cambiara de las manos de la oligarquía tradicional a los llamados “boliburgueses”, incapaces de renovar el proyecto de gobierno.

El referendo revocatorio está en la Constitución; la salida política tiene que ser pacífica y electoral. El tamaño de la tarea de reconstrucción nacional es proporcional al desastre actual. El gobierno de México debe apoyar en la OEA la normalización de la institucionalidad democrática en Venezuela.

POSDATA: México tiene en Alicia Bárcena una excelente opción para la Secretaría General de la ONU. La secretaria ejecutiva de la Cepal reúne la experiencia, los méritos y el liderazgo para ser postulada por el presidente Peña Nieto como sucesora de Ban Ki-moon.

Profesor asociado en el CIDE
@ Carlos_Tampico

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