Los ex presidentes gozan de una ventaja que no les está dada a quienes todavía lo son: la libertad de decir lo que piensan y de hacer lo que dicen.

Tomé prestada la cabeza de este artículo de Felipe González (FG), ex presidente del gobierno español.

‘Veo todavía demasiada cobardía internacional ante Trump’, aseguró el sevillano el 31 de enero en Madrid, criticando la política de apaciguamiento de numerosos países ante los impulsos del presidente estadounidense.

Otro ex presidente, Ernesto Zedillo, quien tampoco tiene paciencia para las medias tintas y la pusilanimidad, escribió que los esfuerzos para ajustarnos a los deseos caprichosos de Trump han demostrado ser inútiles, y que México puede prosperar sin Trump.

El gobierno de EPN se propone renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con Trump y con el primer ministro canadiense Justin Trudeau.

El 1 de febrero, Economía y Relaciones Exteriores informaron que iniciarán una ronda de consultas de 90 días con el sector privado para fijar los parámetros que guiarán la revisión y profundización del acuerdo comercial. Esto quiere decir que cuando muy temprano las conversaciones iniciarían a partir de mayo.

Zedillo pidió interrumpir el diálogo con Trump hasta que Washington ponga en la mesa una hoja de ruta clara sobre el TLCAN que beneficie a cada país, escenario que el mismo Zedillo juzga altamente improbable. Sugiere que lo prudente es asumir que Trump matará el TLCAN.

Si Trump representa para nosotros lo peor de Estados Unidos, su deriva ha provocado que emerja también lo mejor de esa sociedad: allí está la reacción ciudadana con el millón de mujeres que salieron a la calle a denunciar el machismo y la misoginia de Trump, y con las protestas masivas en los aeropuertos para salir al paso de la xenofobia y la intolerancia contra los musulmanes.

De nuevo FG: ‘no hagamos política anti-gringa, confrontemos las políticas de Trump’. Pongamos el presupuesto y la inteligencia donde decimos que está nuestra prioridad:

a) pagando abogados estadounidenses en la defensa de nuestros compatriotas indocumentados;

b) acogiendo en ciudades santuario a estudiantes mexicanos sin papeles que hayan sido deportados, y facilitando su inserción educativa y laboral;

c) imponiendo aranceles compensatorios a productos estadounidenses destinados a México, como se hizo quirúrgicamente de manera exitosa en 2009;

d) permitiendo paso libre a trans-migrantes centroamericanos y de otros países que se dirigen a Estados Unidos; y

e) dejando de perseguir capos y de interceptar cargamentos de drogas, para poner énfasis en los temas de salud pública y de seguridad ciudadana, una manera mexicana de seguir la decisión pionera de California.

Tras la cancelación de la visita de EPN a Washington, los medios estadounidenses anunciaron el marcador: Peña Nieto 1, Trump 0 —el presidente mexicano ha sido el primero en decirle que no al bully. En México muchos dijimos: ¿cómo? Si el que canceló fue Trump a punta de tuitazos.

Una vez más cito a FG: ‘Los que creen que son mucho más hábiles por ser prudentes se equivocan porque enfrente se va a entender la prudencia como sumisión o como miedo’.

‘Pido a la nación entera su respaldo moral y material suficientes para llevar a cabo una resolución tan justificada, tan trascendente y tan indispensable’, dijo el presidente Lázaro Cárdenas en el decreto del 18 de marzo de 1938 (Cárdenas por Cárdenas, pp. 452-453, Cuauhtémoc Cárdenas, Debate, México, 2016).

A 100 años de la Constitución de 1917 que sentó las bases de México como nación soberana, para EPN la valentía consiste en enfrentar al bully, pero todavía más, en atreverse a ver a los ojos al pueblo de México. ¿O es demasiado pedir?

Profesor asociado en el CIDE.

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