En la Ciencia Política se dice que un político tiene gravitas cuando su conducta se caracteriza por un sentido ético y de dignidad, y cuando su personalidad tiene profundidad y sustancia.

La gravitas no ha de confundirse con la gravedad. La primera se refiere a la seriedad en el cumplimiento del deber en los asuntos públicos; la segunda alude a la importancia y atracción del peso político.

Lo contrario de la gravitas es la frivolidad. Frívola es la persona insustancial y ligera, que adopta conductas superficiales.

Desde su campaña electoral, EPN privilegió el objetivo de lograr un impacto mediático a través de su imagen pública. Su look de estrella de telenovela tenía que acompañarse de, precisamente, otra estrella de telenovela. Proliferaron entonces sus clones: entre otros, los gobernadores de Chiapas, Nuevo León y Zacatecas.

El siguiente paso, ya en Los Pinos, fue rodearse de incondicionales de su entorno inmediato. No integró un gabinete, sino un séquito. Muchos miembros de su séquito son exponentes de la opacidad y de la mediocridad. Su desempeño político y profesional no se mide por su contribución al gobierno y a la mejora del país, sino por su enjundia a la hora de imitar y alabar al primer mandatario.

Desde Tlatlaya y Ayotzinapa, pasando por la Casa blanca y la espesa corrupción en los contratos de obra con Higa y OHL, hasta la fuga del Chapo, se perdió toda noción de dignidad en el equipo presidencial.

Nada se hace contra la corrupción de alto nivel, pues sería auto-incriminación. Nadie renuncia. Nadie es responsable. Nadie sabe nada. El hecho de que durante meses permanezcan vacantes decenas de posiciones de alto nivel en diversas secretarías y la embajada en Washington es una metáfora del gobierno en su conjunto: la silla vacía.

La lectura interesada del resultado de las elecciones de mitad de sexenio los llevó a concluir que su desempeño ha sido aprobado. Nada más lejos de la realidad. Confunden los mecanismos de control político con el asentimiento a su gestión.

¿Cómo es que tanto funcionario indolente, nulo y acomodaticio sigue en su puesto? ¿Por qué el secretario de Comunicaciones permanece tras el fiasco del tren rápido México-Querétaro? ¿Hasta cuándo se permitirá que el gobernador de Veracruz siga impunemente devastando su estado?

La frivolidad es una forma de inconsciencia, que implica desatención de la realidad y desemboca invariablemente en la ineptitud. Hoy les falla hasta la escenografía. El nulo resguardo de la escena de la fuga del Chapo, la organización de tours para visitar el penal del Altiplano, y la foto de la procuradora contemplando el hoyo por donde se escapó, son instantáneas de una abultada antología de la ineptitud.

Dos libros que aluden al tema: Óscar Wilde escribió El retrato de Dorian Gray en 1890; el protagonista es un joven atractivo cuya única preocupación en la vida era su aspecto físico. Milan Kundera escribió La insoportable levedad del ser en 1984; sus personajes flotan en el limbo porque se desconectan de la realidad para instalarse en el narcisismo.

Ítalo Calvino nos dio una interpretación alternativa: el libro de Kundera nos remite con ironía a la ineluctable pesantez del vivir. Hoy asistimos a la crisis de México por la frivolidad de quienes integran la cúpula gubernamental, quienes lejos de contener a la corrupción y al poder del crimen organizado, apuestan a que nos acostumbremos a éstos como fenómenos inevitables. No hay de otra, nos espetan.

Posdata. En el punto más bajo de aprobación de su gestión, EPN escogió para dirigir el PRI a Beltrones, un dirigente con gravitas. Veremos cómo discurre esta combinación de frivolidad y sustancia.

Profesor asociado en el CIDE.

@Carlos_Tampico

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