Donald Trump empezó su gestión como presidente de EU atacando a México —prometiendo un muro en la frontera que México pagaría, exigiendo renegociar el TLCAN, declarando que deportaría a entre 2 y 3 millones de inmigrantes y, según algunas fuentes, sugiriendo en llamada con el Presidente mexicano que podría enviar tropas a México para encargarse de los bad hombres. Después de décadas de construir una relación cada vez mas cercana entre los dos países, el nuevo mandatario de la Casa Blanca optó por destruir lo que pudo del entendimiento y cordialidad con México en semana y media.

Pero desde entonces el tono del gobierno de EU parece haber cambiado y Trump ha hablado poco sobre México en estos días. ¿Esto representa un cambio de opinión real de Trump hacia el vecino país o meramente una lucha dentro de la clase política estadounidense para fijar el rumbo de la relación bilateral? Sospecho que hay un poco de los dos en el aparente cambio de tono, y no descarto que puede haber una regresión total en algún momento. Pero probablemente la realidad de la relación entre los dos países se está imponiendo en las políticas del gobierno estadounidense, así como la serie de crisis reales e inventadas que están azotando a la Casa Blanca en estos momentos.

Primero los hechos. Si bien Trump insiste en construir el muro en la frontera, no ha vuelto a hablar en mucho tiempo sobre quién lo pagará y el proyecto en sí está encontrando fuertes resistencias en el sistema político estadounidense. Para empezar, simplemente no hay fondos para un obra de esta magnitud y de dudoso valor para muchos congresistas, y empiezan a surgir voces en ambos partidos que cuestionan la idea. La realidad de la política estadounidense se está imponiendo a las promesas de campaña.

Así también, el deseo de renegociar el TLCAN está empezando a ser un poco menos ambicioso en cuanto se acerca a una negociación concreta. Ya rodeado de asesores en comercio, la administración estadounidense empieza a hablar de modificaciones más limitadas, quizás cambios a las reglas de origen (que exigen que cierta cantidad de insumos de productos manufacturados estén hechos dentro de la región del tratado) y mecanismos más eficaces para dirimir diferencias comerciales. Aún no se conocen claramente las propuestas desde Washington en la materia, y todo parece indicar que todavía no las tienen claras dentro del gobierno, pero ya no parece ser un intento de destruir la relación comercial bilateral como en algún momento parecía.

Finalmente, en materia de migración sí ha habido muchos cambios —y es uno de los ámbitos de ley en que el presidente tiene más facultades de actuar por sí solo—, pero también ha habido limitaciones sobre qué tanto se ha podido avanzar hacia la idea de Trump de una deportación masiva. Aún no parece, según primeros indicios, que haya un incremento notable en deportaciones, si bien lo que ha logrado Trump es hacer mucho mas discrecional y arbitrario el proceso de selección de quien es expulsado del país.

¿Porque esta disyuntiva entre lo que Trump pregonaba al principio y lo que se está dando? En parte se debe a la falta de experiencia en gobernar que tienen Trump y muchos de sus asesores. No es lo mismo prometer un resultado que encontrar la forma de hacerlo, y no siempre hay soluciones fáciles a las promesas hechas. Por otro lado, si bien México jugó una parte importante en la campaña presidencial de Trump y en sus primeros días en la Casa Blanca, ahora él está azotado por otras crisis, muchas de ellas profundamente reales, como el programa nuclear de Corea del Norte y el colapso de Siria, y otras de corte mas político, como el supuesto espionaje sobre la campaña de Trump o la supuesta intromisión de Rusia en la campaña. México ya no es prioridad para Trump como lo fue hace un mes.

Pero también hay realidades estructurales y políticas importantes. La diplomacia mexicana ha sido efectiva en poner en evidencia las consecuencias de una mala relación con México y las ventajas de una buena, y gran parte de los asesores de Trump, sobre todo sus secretarios de Estado, Seguridad Interna y Defensa, creen en la importancia de una relación fuerte con el país vecino para el bien de Estados Unidos.

Dicho eso, Trump no es un político tradicional y nos puede sorprender de pronto con una declaración o un tuit que nos lleva de regreso a donde empezamos, pero por ahora todo parece indicar que el cambio de tono puede augurar un cambio de fondo también.

Vicepresidente ejecutivo del Centro Woodrow Wilson

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