Llegamos a la recta final, estamos a diez días de que voten los ciudadanos de Estados Unidos para elegir un nuevo presidente. Ha sido una campaña ruda, reñida y sucia, pero ahora la decisión queda en manos de los electores.

Hay tres ejes que determinarán esta elección. El primero es la confianza que tengan los ciudadanos en el rumbo del país y su clase gobernante. Ahí Donald Trump ha logrado insertarse como el candidato de la oposición al estatu quo, como el insurgente que tirará las formas habituales de hacer política a favor de un gobierno pragmático y empresarial. Con esos argumentos ha logrado generar apoyos de una parte de la ciudadanía harta de una economía mediocre y una pérdida de hegemonía en temas globales. Gracias al ánimo frustrado del electorado estadounidense, Trump ha logrado mantenerse competitivo en la campaña electoral.

Pero hay otros dos ejes más que también están compitiendo, y estos no favorecen a Trump. El primero es el carácter de la nación y el otro es el carácter de los candidatos mismos. Históricamente los estadounidenses han aceptado que son un país de inmigrantes que está insertado en la globalización, aunque siempre ha habido fuerzas minoritarias que cuestionan esto. Por primera vez en muchas décadas, Trump ha montado una campaña en la noción de que hay que regresar a un país imaginario de antes, en que haya menos migrantes y menos influencia internacional.

En esto cuestiona consensos fundamentales sobre lo que es ser parte de EU y el rol de éstos en el mundo. Ahí ha encontrado apoyos de algunos ciudadanos blancos sin educación superior, que han visto estancarse su estándar de vida y su estatus, pero ha perdido el apoyo de un número mucho más grande de estadounidenses que viven en un mundo de diversidad e influencias globales. En especial, sus embates contra inmigrantes latinos y asiáticos y otros grupos minoritarios, le van a costar caro no sólo entre electores de estos grupos étnicos, sino entre muchos ciudadanos estadounidenses que viven y creen en un país plural. Para ellos, esta elección no es sólo una cuestión de escoger entre dos candidatos, sino entre dos visiones de país hacia el futuro y de sus valores centrales.

Finalmente, temas de carácter personal han afectado a ambos candidatos fuertemente, pero no por igual. Se le ha cuestionado a Hillary Clinton por escándalos relacionados con la fundación que maneja su esposo y también por un intento de darle la vuelta a la ley con su comunicación electrónica mientras era secretaria de Estado. Pero a Trump se le ha cuestionado por sus manejos financieros obscuros y, más aún, sus declaraciones y aparentes acciones de acoso a las mujeres. Se está abriendo una brecha enorme entre votantes mujeres y hombres en esta elección, con un gran número de mujeres que apoyan a Clinton para ser la primera mujer en la Presidencia del país, y muchas otras que rechazan a Trump por su trato hacia las mujeres por lo que votarán contra él.

En este último round, todo parece indicar que lo llevará Clinton 2 a 1. Trump tiene simpatías por ser el insurgente contra la clase política, pero Clinton lleva ventaja entre los que votarán en temas de carácter nacional e individual. Según las encuestas, Clinton tiene una ventaja de entre 5 y 7 puntos en las encuestas acercándose al día de las elecciones, una diferencia notable y difícil de revertir si no hay revelaciones que dañen su candidatura en los últimos días. El comportamiento de ambas campañas y sus partidos son reveladores: Clinton y los demócratas ya están jugando a no sólo ganar la Presidencia sino también el Senado; y a ganar algunos distritos adicionales en la Cámara de Representantes, mientras Trump se ve cada vez más enojado y habla de su desconfianza en el sistema electoral, mientras los republicanos dirigen sus recursos a las campañas legislativas, dejándolo solo.

Sí, es posible que se dé una sorpresa el día de la elección, aunque es cada vez menos probable. Trump todavía genera simpatías entre electores que quieren un cambio y se podría dar un movimiento electoral a su favor por ese tema. Pero parece cada vez menos posible, porque en los temas de carácter personal y nacional ha logrado ahuyentar a votantes claves, que ven en Hillary Clinton una opción más acorde con sus valores. Ésta es sin duda la elección más polémica y divisiva en la historia reciente de Estados Unidos. Todo el mundo estará pendiente de los resultados el día 8 de noviembre.

Vicepresidente ejecutivo
del Centro Woodrow Wilson

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