Esta semana, se lanzó en Washington una propuesta novedosa de un grupo de trabajo binacional mexicano y estadounidense sobre cómo se puede regular la migración entre los dos países en el futuro. Proponen que los dos gobiernos se coordinen para establecer un programa de migración circular, aprovechando el nivel bajo de migración existente entre los dos países. Sería un esfuerzo para regular un intercambio que ahora se da en el mercado negro, con unos 150 a 200 mil mexicanos que migran sin documentos cada año a Estados Unidos con otros 150 a 200 mil que regresan al país, con vías nuevas para trabajadores mexicanos que desean laborar en Estados Unidos durante un periodo establecido.

El grupo de trabajo que desarrolló la propuesta fue presidido por el ex presidente mexicano Ernesto Zedillo y el ex secretario de Comercio de Estados Unidos Carlos Gutiérrez, y coordinado por Michael Clemens del Centro para Desarrollo Global (CGD, por sus siglas en inglés). Se tuvo a participantes valiosos de ambos países, incluyendo a los mexicanos Alejandro Poiré, Gerardo Esquivel, Arturo Sarukhán, Gustavo Mohar, Daniel Chiquiar, Luis Ernesto Derbez y Rebeca Vargas.

La propuesta quizás no suene novedosa porque es bastante parecida a una parte clave del plan que surgió en 2001 de un grupo de trabajo binacional presidido por Andrés Rozental y Thomas (Mack) McLarty, que resultó en una ronda de negociaciones entre los gobiernos de México y EU para llegar a un acuerdo migratorio, lo que el entonces canciller mexicano llamó “La Enchilada Completa”, que aparte incluía la legalización de millones de indocumentados en EU y nuevas medidas de seguridad en la frontera.

Esta propuesta, recién lanzada, se enfoca en sólo una parte de la “Enchilada Completa”, la parte de los flujos anuales, sin tocar otras medidas necesarias, pero se da en un contexto distinto, quince años después. Desde luego, no resuelve el tema vital de los indocumentados que ya viven en Estados Unidos, pero la propuesta es innovadora por dos razones.

Primero, abre campo en el debate migratorio en Estados Unidos, que ha sido completamente tomado por el debate en favor y en contra de una reforma migratoria integral, y sugiere algo que muchos empezamos a sospechar: que quizás tengamos que comer chilaquiles antes de llegar a la “Enchilada Completa”, es decir, quizás no se resuelva el tema migratorio en un solo golpe legislativo, sino en varios esfuerzos que hacen frente a partes distintas de la problemática. De hecho, esto ya ha pasado con los elementos de seguridad fronteriza que fueron implementados sin los otros dos elementos de legalización y de flujos regularizados a través de visas nuevas.

El segundo elemento interesante es que regresa el tema de México al debate migratorio estadounidense, que se ha vuelto un asunto unilateral en el que México es simplemente un actor externo. Central a la idea original del acuerdo migratorio era la idea de que existía una relación especial entre los dos países que podía ser abordada en un acuerdo para regular la migración de una forma distinta a lo que se hace con otros países. Pero en la última década, el debate político ha excluido a México como un interlocutor necesario para regular la migración a favor de soluciones dirigidas desde Washington. Tanto los opositores a la migración, que quieren un muro en la frontera, como los proponentes de una reforma migratoria, que quieren una reforma legislativa estadounidense, no han tenido mucho lugar para México como actor en el proceso.

Dudo mucho que la propuesta lanzada por este grupo de trabajo se vuelva ley —o siquiera el enfoque del debate migratorio— mañana o aún en los próximos meses. Hoy en día se están disputando dos visiones del futuro, pro y anti migración, en la campaña presidencial y con base en los resultados de la elección veremos si hay un espacio político en que se puede pensar de nuevo en tratar de cambiar las leyes migratorias de EU.

Pero si volvemos a tener la oportunidad de debatir seriamente sobre cómo reformar el sistema migratorio estadounidense, esta propuesta nos da una idea sensata y factible para uno de los retos claves: cómo regular los flujos que siempre existirán entre los dos países, de una forma legal que toma en cuenta la relación especial y única que existe en dos naciones que son vecinas y socios económicos.

Vicepresidente ejecutivo del Centro Woodrow Wilson

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