“Lo menos que se ha visto últimamente es un México exaltado, irritado, encolerizado, convulsionado, que se siente engañado, agraviado, amenazado y perseguido”.
Juan Ramón de la Fuente (“México convulso”, ELUNIVERSAL, 27/06/2016)

El país, es decir, el grueso de los mexicanos, está de mal humor, vive con miedo y con coraje, y no le faltan razones. La combinación de crecimiento económico mediocre, bajos salarios y empleo precario no abona a mejorar el clima social. Mucho menos cuando se agregan escándalos de corrupción, impunidad oficial e inseguridad galopante que sigue lastimando a comunidades inermes.

En los estados, la mayoría de los gobernadores, su parentela y cómplices, se enriquecen desviando a sus bolsillos dinero público que debía destinarse a atender las prioridades sociales. En el extremo de la procacidad, los gobernadores de Veracruz, Javier Duarte, y de Quintana Roo, Roberto Borge, instruyen a sus lacayos legislativos para “blindarlos” de posibles investigaciones y garantizar su seguridad personal (el Congreso de Quintana Roo le autoriza a Borge escoltas para los próximos quince años).

El tiradero que dejan los gobernadores —solapado desde el poder central, que tiene recursos y atribuciones para frenarlos y sancionarlos— exhibe el fracaso de la generación del cambio, la de Rodrigo Medina y Aristóteles Sandoval, la de Javier Duarte, Roberto Borge y César Duarte.

A nivel federal, los contratos siguen fluyendo a los cuates (OHL, Higa, Hermes, San Román…). De nada han servido las denuncias de licitaciones arregladas, moches y sobreprecios.

La frustración y el enojo de la mayoría de los mexicanos se expresaron cívicamente en las urnas el pasado 5 de junio. Pero en otros lugares, sobre todo en Oaxaca, se manifiesta con bloqueos, extorsiones y vandalismo, ante una autoridad tullida que no atina qué hacer porque cuando se decide a actuar, lo hace mal.

La CNTE ha convertido en rehén a un gobierno pasmado y sin rumbo. Hace unos meses, Aurelio Nuño estableció como condición para dialogar: frenar la violencia y regresar a clases. Hoy la Coordinadora ha acentuado la intimidación y el Supremo Gobierno (José Antonio Meade, secretario de Desarrollo Social) tiene que pedirle permiso para llevar el abasto a las poblaciones marginadas, mientras la “temible” Secretaría de Gobernación “dialoga” y sigue aturdida.

A las turbulencias sociales se suman las económicas. El secretario de Hacienda, Luis Videgaray, nos repite que “los fundamentales” están sólidos. ¿Cuáles? De diciembre de 2012 a la fecha el peso ha perdido 47.87% (de 12.93 pesos por dólar a 19.12). La deuda externa neta llegó a abril de este año a 173 mil 796 millones de dólares (un incremento de 42.86% en casi tres años). No se toca el gasto inmoderado en comunicación social de la Presidencia, pero se anuncia un nuevo recorte al presupuesto federal que ahora afectará a los sectores educativo y de salud, con lo que se debilitan los instrumentos para enfrentar el atraso y el abandono.

Y una pregunta surge: ¿dónde están los soportes políticos y sociales del gobierno? No, ciertamente, a nivel popular, como lo muestran las encuestas y las urnas. Tampoco en los ámbitos empresarial, religioso, sindical. ¿Dónde están?

Sin embargo, el Príncipe está feliz. Nada de esto parece perturbarlo, al menos en el relato que hace Ciro Gómez Leyva de la comida con periodistas el viernes pasado. “El presidente Peña Nieto no estaba deprimido por la derrota electoral del PRI, ni decaído por el endurecimiento de las protestas de la CNTE, o abatido por los malos presagios tras el rechazo británico a la Unión Europea… Es más, estaba de muy buen humor.” (EL UNIVERSAL, 27/06/2016).

Detrás del pobre desempeño de esta administración está la lógica de cofradía. En una especie de regreso al México de hace medio siglo, quizá más, se decidió gobernar con los amigos, paisanos, socios y leales. Lamentablemente para todos, la experiencia parroquial no suele traducirse en gabinetes sólidos para encarar los desafíos de un país complejo y recuperar el rumbo en momentos críticos.

Por si fuera poco, los principales medios internacionales, algunos que hace tres años le dedicaron sus portadas al presidente Peña Nieto, hoy despliegan editoriales críticos y reportajes sin complacencia… Pero no hay golpe de timón porque nadie, en la cabina de mando, parece advertir que enfrentamos tormenta. ¿A quién le importa el mal humor colectivo cuando el Príncipe está feliz?

Presidente de Grupo Consultor Interdisciplinario, GCI.
@alfonsozarate

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