“¿De dónde salieron entonces esas magníficas capas rojas de los cardenales —los príncipes, les llama oficialmente la Iglesia? ¿Qué terrible desastre espiritual tuvo que ocurrir para que al paso del tiempo el compromiso esencial con la pobreza se cancelara y surgieran las ‘excelencias reverendísimas’ y los ‘excelentísmos y eminentísimos’ señores del alto clero? Ocurrió en 313 la gran derrota espiritual que hace a la Iglesia abandonar el camino de la humildad y la pobreza. El apetito de riqueza y de poder se instala en el alto clero; surgen los ornamentos imperiales y se fundan los tronos y las ‘dignidades”.
Manuel Buendía Iglesia de Cristo. Camino extraviado, 31 de marzo de 1983.

La estructura jerárquica de la Iglesia católica es muy vertical y, además de esto, el Papa no es meramente el obispo de Roma sino, para los creyentes, el vicario de Cristo; es decir, el representante de Dios en la tierra. Por eso resulta insólita la decisión del semanario Desde la Fe, órgano oficial de la Arquidiócesis Primada de México, de enmendarle la plana al papa Francisco.

En su edición del domingo 6 de marzo, la publicación denuncia que durante la visita del Pontífice, la “mano de la discordia”, a la que no identifican, puso el acento en los aspectos negativos, lo que explicaría el tono crítico del discurso que pronunció ante los obispos mexicanos el 13 de febrero en la Catedral Metropolitana. Semejante afirmación deja a Francisco como un personaje manipulable.

El mensaje del Papa en aquella reunión fue severo:

“[…] se necesita una mirada capaz de reflejar la ternura de Dios. Sean por lo tanto, obispos de mirada limpia, de alma trasparente, de rostro luminoso. No tengan miedo a la transparencia. La Iglesia no necesita de la oscuridad para trabajar”.

“No se dejen corromper por el materialismo trivial ni por las ilusiones seductoras de los acuerdos debajo de la mesa”.

“[…] los exhorto a conservar la comunión y la unidad entre ustedes. Esto es esencial, hermanos, esto no está en el texto pero me sale ahora: si tienen que pelearse, peléense; si tienen que decirse cosas, se las digan, pero como hombres, en la cara y como hombres de Dios, que después van a rezar juntos, a discernir juntos; y si se pasaron de la raya, a pedirse perdón, pero mantengan la unidad del cuerpo episcopal.”

Las palabras del Papa pudieron ser sugeridas por algún consejero de mala fe, según los responsables de la publicación mexicana: “¿O será que las palabras improvisadas del Santo Padre responderían a un mal consejo de alguien cercano a él? ¿Quién mal aconsejó al Papa?”, se pregunta. Y después de decir esto, el semanario se defiende de los reproches que se han difundido, especialmente sobre la ostentación que caracteriza la forma de vida de muchos altos dignatarios y de los llamados “príncipes” de la Iglesia: “Afortunadamente, el pueblo conoce a sus pastores y los acompaña en la construcción del reino de Dios, al precio que sea, como ha sido a lo largo de la historia de este país…”.

Lo que es evidente, y se hizo más claro aún a partir de la visita de Francisco, es el clima de tensión que prevalece entre altos personajes de la Iglesia católica en México. Solo un ejemplo, el arzobispo de Morelia, Alberto Suárez Inda, descalificó como “parcial y exagerada” la postura de Desde la Fe cuando advirtió que el Pontífice encontraría plazas violentas y miserables como Michoacán, donde “sólo se vive la paz de los sepulcros”.

En un mes tendrá lugar la asamblea de la Conferencia del Episcopado Mexicana (CEM) en la que se decidirá la elección del presidente para los próximos tres años. Quien actualmente la encabeza, el obispo de Guadalajara, José Francisco Robles, tiene la opción de reelegirse. Al parecer, los golpes están a la orden del día entre los miembros de la jerarquía católica mexicana. ¡Qué duro se llevan los obispos!

Presidente de Grupo Consultor Interdisciplinario

@alfonsozarate

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