Hace menos de un mes, en una lista de predicciones para 2016, escribí lo siguiente: “Salvo un golpe de suerte, El Chapo Guzmán seguirá en libertad dentro de un año”. Pues bien, el golpe de suerte llegó de la mano improbable de un actor de Hollywood y una estrella de telenovelas. Como ya es bien sabido, Sean Penn y Kate del Castillo visitaron al capo a principios de octubre, con el propósito de llevar a cabo una entrevista y hablar sobre la realización de una película biográfica. Al parecer, gracias a esa visita, las autoridades pudieron dar con el escondite del narcotraficante, iniciando con ello la secuencia de acontecimientos que llevó a su recaptura el viernes pasado.

Esto, por supuesto, plantea una pregunta obvia: ¿por qué El Chapo buscaba dar entrevistas y producir películas, cuando era el objeto de una cacería humana implacable? ¿No se dio cuenta de los riesgos que corría? ¿No consideró la posibilidad de que su comunicación constante con Kate del Castillo fuese interceptada? ¿O que traer a un actor de fama mundial a su guarida podría producir atención indeseada?

Mi conjetura: estaba consciente de los riesgos y, sin embargo, decidió proceder. ¿Por qué? Van tres teorías:

1. Con seguridad, Guzmán se ve como un personaje excepcional y considera que su carrera criminal es digna de ser inmortalizada en la pantalla grande. Por otra parte, probablemente le resultaba halagador que una estrella de Hollywood quisiera verlo. Así que esto bien podría haber sido un golpe de ego para un hombre que tiene todo (dinero, poder, fama, etcétera).

2. El Chapo tiene casi sesenta años. Es decir, está entrando a la edad en la que las personas poderosas empiezan a pensar en su legado. Posiblemente no se sienta cómodo con la idea de ser recordado como un vulgar delincuente. En ese sentido, la entrevista y el proyecto fílmico podrían haber sido parte de una campaña más amplia para redefinir su figura en la mente de las generaciones presentes y futuras.

3. Hay tal vez una motivación estratégica en esta historia. Quizás Guzmán estaba buscando una manera de salir de su condición de prófugo permanente (y preso temporal). Los muchos años de fuga deben haberle hecho mella. La idea de terminar sus días en una prisión estadounidense probablemente le aterra. En consecuencia, podría haber estado coqueteando con la idea de un acuerdo con el gobierno. ¿Qué clase de trato? Tal vez una reclusión corta en una prisión mexicana a cambio de poner fin a su participación en el tráfico de drogas, contener la violencia en su área de influencia, y proporcionar información sobre otras bandas. No hay precedentes de un acuerdo (formal) de ese tipo en México, pero en Colombia, ese tipo de estrategias de sometimiento a la justicia han sido utilizadas repetidamente en los últimos 25 años. Tal vez la entrevista y el proyecto de la película eran una forma de enviar mensajes sutiles a las autoridades sobre la posibilidad de un acuerdo.

Especular sobre las razones del Chapo para recibir a Penn y Del Castillo son ahora un ejercicio académico. Cualquiera que haya sido su objetivo, la recaptura lo frustró. Sin embargo, tratar de entender las razones detrás de una decisión radicalmente imprudente, tomada por un hombre famoso por su paranoia, es un ejercicio útil. Como mínimo, puede proporcionar algunas claves para entender las motivaciones de criminales de altos vuelos y empezar a dilucidar el pensamiento estratégico de los cabecillas del narcotráfico.

Combatir al delito pasa por entender a los delincuentes y este extraño episodio, nos guste o no, nos ayuda en esa tarea.

Analista de seguridad

@ahope71

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