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Nunca dejamos de aprender, es un proceso constante, uno que se da a lo largo de nuestras vidas. Cada experiencia va marcando pautas en la construcción de una persona, de una ciudad, de una nación.
Aprender a aprender parecería sólo un juego de palabras, pero en realidad significa ahondar en el proceso a través del cual adquirimos o modificamos nuestras capacidades, como resultado del estudio, el razonamiento, o la experiencia, sin importar que ésta sea voluntaria o disruptiva, como hace 30 años lo vivimos en la ciudad de México.
Hace algunos días recordamos que el 19 de septiembre de 1985, un terremoto alteró dramáticamente la vida pública y civil de nuestra ciudad. La pérdida de vidas humanas, la destrucción material y la tristeza lastimó severamente a todos los mexicanos.
Sin embargo, frente a este escenario de caos, surgió la fuerza y solidaridad, y a pocas horas de haberse registrado este siniestro, la gente salió de sus casas y de su propia tragedia para ayudar a los otros. Surgió así la sociedad civil, aquella que respondió cuando nadie tuvo la capacidad ofrecer soluciones.
El sismo del 85 desgarró el corazón de México, pero abrió sus ojos y las mentes de todos para recibir la experiencia y con ello el conocimiento.
El sismo de 1985 fue parteaguas en nuestra ciudad, aprendimos que lo que sabíamos de nuestra propia protección era insuficiente. Aprendimos sobre la marcha porque no nos quedaba de otra, pero conforme fuimos recuperándonos, documentamos, y estudiamos sobre esa experiencia generando conocimiento que hemos especializado a lo largo de 30 años. Eso, es aprender a aprender a lo largo de la vida.
Aprendimos que era necesario tomar medidas en materia de protección civil, de construcción, de diseño, así como también de prevención. Es por eso que hoy hay leyes más estrictas que regulan las construcciones en nuestra ciudad.
Aprendimos a responder ante emergencias, por eso contamos con ejercicios de simulacros y tenemos sistemas de alarmas que identificamos perfectamente para actuar en consecuencia.
De esta experiencia aprendimos también que con una mejor organización civil podríamos tener una mejor ciudad para todos, más equitativa, más justa. Así, como la sociedad civil aprendió a organizarse, se crearon las asambleas de barrios, los consejos de participación y la asamblea de representantes, para surgir casi una década después la Asamblea Legislativa del DF.
En materia de desarrollo social, desde los gobiernos de izquierda hemos aprendido a generar políticas públicas que permitan el desarrollo integral de los capitalinos, adultos mayores, jóvenes, niños, madres solteras. Todos son partícipes de esta política y del aprendizaje que genera el bienestar colectivo.
Eso es lo que hacen las ciudades que buscan dar solución a los nuevos retos asociados a la inclusión social, las nuevas tecnologías, la economía del conocimiento, la diversidad cultural y la sostenibilidad medioambiental. Son las ciudades que hoy la UNESCO ha llamado Ciudades del Aprendizaje, las cuales adoptan elementos comunes para generar conocimiento que se desarrolla en un contexto de ciudad.
En unos días, el 28, 29 y 30 de septiembre, la ciudad de México será la sede de la Segunda Conferencia Internacional sobre Ciudades del Aprendizaje, evento organizado por la UNESCO.
El objetivo de la conferencia es hacer un balance de las metas alcanzadas y que las ciudades de todo el mundo compartan sus experiencias en el proceso de construirse como Ciudades del Aprendizaje, conozcan de las experiencias de otros, forjen alianzas y creen sinergias.
Es así como la ciudad de México reitera su compromiso en el desarrollo de estrategias innovadoras que permitan a todos sus habitantes adquirir nuevas habilidades y competencias, no sólo en las aulas, sino a lo largo de toda la vida.
Porque queremos reforzar el empoderamiento de los ciudadanos, la cohesión social, la prosperidad económica y cultural, así como un desarrollo sostenible para nuestra ciudad.
Secretaria de Educación Públicadel Distrito Federal
@Ale_BarralesM
