A los 16 años, la candidata presidencial por la vía independiente, Margarita Zavala, se vio en una disyuntiva: ser monja o volverse política.

Tiene 50 años de edad. Renunció al PAN después de militar 33 años, debido a diferencias con el entonces líder nacional, Ricardo Anaya Cortés, hoy su adversario en la contienda.

No oculta su formación. Estudió en el colegio Asunción, completamente apegado a la religión católica. La ex primera dama se autodenomina orgullosamente católica y con valores cristianos.

Sus actividades proselitistas pasan a segundo término martes y jueves de siete a nueve de la mañana, pues, como desde hace algunos años, acude rigurosamente y sin falta a dar la clase de Derecho a los alumnos de quinto y sexto grados del colegio Asunción, donde ella estudió.

Tiene una costumbre: diario sale de su casa en Las Águilas, en el sur de la Ciudad de México, camina una cuadra y media y abre la puerta del Starbucks. Los empleados de este lugar ya la conocen y saben cuál es su bebida favorita, un caramel macchiato.

Los domingos también “son sagrados”. No perdona la jornada dominical del futbol americano, pues es fanática de los Acereros de Pittsburgh.

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