Azúcar, jugo de limón, ron, hielo frapeado y unas gotas de marrasquino en la alquimia del daiquirí clásico: un coctel de fama mundial que atrae cada año a miles de personas a su lugar de creación, el Floridita de La Habana , que ahora celebra sus 200 años.

"Sin chovinismo, aseguramos que el mejor daiquirí del mundo se toma aquí", afirmó el director del local, Ariel Blanco.

Pero no solo su coctel estrella ha hecho famoso a este bicentenario bar de La Habana Vieja —hoy propiedad del Estado cubano—, también el premio Nobel de Literatura Ernest Hemingway, visitante asiduo durante sus largas estancias en Cuba .

Hoy recibe al visitante en forma de estatua de bronce y acodado en la barra, una de las selfies más buscadas por los turistas.

El Floridita atesora un banco de más de mil fotos del escritor "y en 999 él estaba bebiendo", bromean los camareros sobre Hemingway, que en su obra popularizó el daiquirí al comparar la aureola de su hielo frapeado con la espuma del mar.

Pero el trago habitual del autor de El viejo y el mar era otro. En su honor se creó el "Papa doble", en el que el azúcar del daiquirí se sustituía por jugo de toronja y se doblaba la medida de ron, porque Hemingway era diabético.

Y aunque el Nobel tiene un lugar de honor en El Floridita , la persona más venerada tras la barra no es él, sino el catalán Constantino Ribailagua, "Constante", llamado el padre de la cantina cubana y creador de algunas de sus más famosas concocciones.

"Constante" ideó el "Papa doble", el "Presidente", y no inventó, pero sí mejoró tras varios experimentos, el daiquirí, que llegó a La Habana desde Santiago de Cuba , donde nació como resultado de una larga reunión en la que un grupo de sedientas personas solo tenía a mano ron blanco, limones y azúcar.

A la receta inicial, "Constante" le agregó cinco gotas de marrasquino y el hielo frapeado, "que debía entrar seco en la batidora" para que el coctel no quedara aguado.

De hecho, El Floridita fue el primer bar de Cuba que usó una batidora, allá por los años veinte del siglo pasado, y también fue pionero en brindar "servicio de sobremesa con habano", los célebres cigarros de la isla.

El bar abrió sus puertas en 1817 con el nombre de "La Piña de Plata" y después se llamó "La Florida" hasta quedarse en el "Floridita". Hoy se sirven hasta 17 tipos de daiquirí, "un coctel muy noble que permite cualquier tipo de pulpa o fruta", indica Ariel Blanco. También los hacen sin alcohol para los niños.

Hay otros visitantes ilustres: literatos, como Tennessee Williams o Graham Greene, el expresidente de EE.UU, Barack Obama; estrellas del celuloide como Gary Cooper y Marlene Dietrich , además de futbolistas y estrellas del béisbol.

Blanco comentó que las anécdotas son muchas y recordó la protagonizada recientemente por el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa , quien accedió al bar antes de la hora oficial de apertura y se encargó personalmente de abrir las puertas del establecimiento a las hordas de turistas que aguardaban fuera.

El "deshielo" diplomático con EEUU iniciado en 2014 también ha repercutido en la barra (y las cuentas) de este bar: la mitad de los 250 mil visitantes que recibe cada año son estadounidenses y el 80% de los viajeros de ese país que pasa por La Habana se acerca al Floridita .

La clientela local, sin embargo, no abunda, ya que los casi seis dólares que cuesta un daiquirí clásico suponen una quinta parte del salario medio mensual que percibe un cubano en el sector estatal.

En octubre habrá un concurso en la elaboración del daiquirí y en el que competirán los ganadores de las ocho ediciones anteriores del " Rey del daiquirí ", con los cantineros del bicentenario local como jueces. Entre los concursantes estará John Christian Lermayer, que fue en 2015 el primer estadounidense en preparar un coctel en el Floridita en 60 años, y el argentino Christian Delpech, tricampeón mundial en el estilo libre (flair).

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