El estadio Olímpico de la BUAP tenía garantizado el lleno. Pero la directiva de los Lobos decidió vender más boletos para tener sobrecupo. Razón por la que hubo gente en los pasillos y que peleaba con otras personas por quedarse con un asiento.

Y cómo no iba a aprovechar el conjunto poblano, si el América tiene un poder de convocatoria importante. Más aún porque el partido no tenía transmisión de televisión ni radio.

La reventa alcanzó los mil pesos para los seguidores emplumados, por pases que tuvieron un valor original de 300 pesos. No había muchos guardias de seguridad , por lo que se enfocaron en revisar minuciosamente a todos los asistentes. Aquellos sin boleto, tenían prohibido acercarse al campus de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

Una vez pasados los filtros de inspección, la llegada al recinto era a pie. En las gradas, abrumadora mayoría americanista. Al ser Lobos un equipo recién ascendido y con poca tradición, el público tuvo mayor identificación con el cuadro americanista que con el local.

El partido tuvo más asistentes que gradas, aunque en espectáculo no quedó a deber. Nadie salió defraudado.

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