cultura@eluniversal.com.mx

Palenque, Cancún y Chichen Itzá. “Antes de iniciar las obras para el Tren Maya será necesario realizar un gran trabajo de prospección por la zona de trazo en toda la región, para ubicar la existencia de vestigios arqueológicos y evitar que sean afectados”, asegura la directora del Centro INAH en Quintana Roo, la arqueóloga Adriana Velázquez Morlet.

Es una inquietud que comparten otros arqueólogos, investigadores sociales y científicos en torno del Tren Turístico Maya, propuesto por el Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador. Todos acotan que cuando se dé a conocer el proyecto detallado se podrán expresar opiniones puntuales acerca de la obra y su impacto.

El Tren Turístico Maya recorrerá Cancún, Playa del Carmen, Tulum, Bacalar, Escárcega, Palenque, Campeche, Mérida, Valladolid. La ruta servirá para conectar las principales zonas arqueológicas mayas. Será una obra de mil 500 kilómetros.

“No conozco las peculiaridades del proyecto del tren. Espero que transcurra lejos de las zonas arqueológicas, pues nuestra primerísima obligación es cuidarlas y protegerlas, sobre todo de los turistas y visitantes depredadores. Forman parte del acervo más valioso de nuestro patrimonio cultural”, dice la maestra Mercedes de la Garza, historiadora, investigadora emérita de la UNAM y especialista en el estudio de la cultura maya.

Hace unas semanas, previo a su ingreso a El Colegio Nacional, la bióloga Julia Carabias alertó que el proyecto tiene que ser sometido a un análisis integral: “No sólo se trata de verificar tramo por tramo, sino de estudiar qué impacto ambiental y cultural tendrá. Es una propuesta interesante, por supuesto, pero va a pasar por áreas naturales protegidas que no tendría que cruzar; Calakmul está justo a la mitad. Tenemos que ser muy cuidadosos; darle la vuelta a ciertos sitios, aunque sea más costoso. Un proyecto no puede atropellar a otros que están arraigados en nuestro país y que han sido producto de la lucha de la sociedad y de los pueblos”.

El director del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Diego Prieto, dijo recientemente que el Instituto se mantendrá cerca del proyecto y que aunque existen “un montonal” de puntos en donde está registrado que hay alguna clase de vestigio en los cinco estados que se recorrerán, sólo en caso de que pueda haber indicios de la existencia de una estructura importante o de una ciudad, se planteará la necesidad de que haya una modificación a la ruta.

“En varios tramos ya existe derecho de vía, ya existen otras obras; así que vamos a ver, en todo caso, que el trazo corresponda con áreas que no afecten el patrimonio arqueológico y que, por el contrario, nos permitan investigarlo, recuperarlo, salvarlo”, aseguró Prieto, ratificado como director del INAH en la nueva administración.

Una vez que se den a conocer los trazos, añadió, se podrá hacer el contraste con el atlas de ubicación de sitios de vestigios arqueológicos.

Tras recalcar que no conoce los detalles del proyecto, el arqueólogo Tomás Pérez Suárez, coordinador del Centro de Estudios Mayas del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, señaló que hay tres consideraciones a tomar en cuenta: culturales, ambientales y sociales. Agregó que no hay que olvidar además la declaratoria de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO a varias de estas zonas culturales y naturales, y que un mal manejo podría poner en riesgo esas declaratorias.

“Para hacer una obra, una vía de este alcance, tendrían que contactar con Salvamento Arqueológico del INAH: tiene que ver con la recuperación de información, ver los trazos y si hay un hallazgo importante, pues tendría que desviarse. Una cosa es hacer el trazo sobre un mapa y otra es recorrerlo, y si en ese trazo pasa por una zona arqueológica, por ejemplo entre Escárcega y Chetumal, hay una serie de sitios arqueológicos como Xpujil, Becán y Chicanná, que prácticamente están a la orilla de la carretera, entonces yo pensaría que si se hace ese trazo tendría que ir más o menos en paralelo con las carreteras que circulan por esta parte, pero para hacer la ampliación, digamos en Chicanná, tendría que hacer un trazo que librara estos sitios arqueológicos. Otro aspecto a considerar es el patrimonio natural; en el tramo de Chetumal a Cancún, y de Escárcega a Tulum, hay dos reservas naturales; la reserva de la biosfera de Calakmul que es el único Patrimonio Mixto que tenemos en México, tanto cultural como natural. Y, relativamente cerca, la biósfera de  Sian Ka’an””.

Como tercer aspecto, el arqueólogo refirió que debe tomarse en cuenta a los propietarios: “No sólo a los grandes y pequeños propietarios, sino a los ejidatarios y a los casos de tierras comunales porque son cinco estados, y hay diferencia de tenencia de la tierra”, advirtió Tomás Pérez.

Cambios en Chichen Itzá. Las cifras actuales de la zona maya revelan que el flujo de visitantes durante un año es de 2 millones de personas aproximadamente, y de éstas, 85% son de diferentes países del mundo y 15% son de origen nacional. Los visitantes nacionales pagan por ingresar a la zona maya $ 168 ($ 70 para el Patronato Cultur y $ 98 para el INAH); los extranjeros erogan $ 254; los yucatecos están exentos del cobro.

Vendedores, que mediante un permiso especial y temporal ofrecen sus artesanías en la zona arqueológica, señalaron que la instalación del Tren Maya “sería una esperanza para nosotros que vivimos todos los días del turismo”, porque aseguraría que la gente no deje de acceder a ella.

Manuel Chay Sulub, de 52 años, heredó de sus abuelos y padres el oficio de tallar madera y formar figuras mayas para vender a turistas nacionales y extranjeros. Declaró que ya escuchó hablar del Tren maya y que en su opinión es una idea genial que permitiría a todos los habitantes de Pisté (comisaría de Tinum, municipio colindante a la zona maya de Chichén Itzá y de donde es originario), asegurar su empleo con los turistas.

Dijo que es necesario que se piense en ellos, ya que todos son de origen maya y actualmente viven en la zozobra ante el cambio de gobierno –federal y estatal—, y el riesgo y los rumores de que serán finalmente desalojados de la zona maya. “Nosotros a diferencia de los empresarios establecidos, vivimos el día a día y no se vale que se metan con nuestra comida”.

El director del Patronato Cultur, Dafne López Rodríguez opinó que aunque aún se desconocen detalles de lo que sería el Tren Maya, es una magnífica idea porque Chichén Itzá es muy visitado.

Expectativa en Palenque. Declarada patrimonio cultural de la humanidad, la zona arqueológica de Palenque, espera recibir con la construcción del Tren Maya, cerca de 3 millones de visitantes al año, por lo que tendrá que construir y ofertar nuevos servicios como restaurantes, transporte, hospedaje y carreteras.

Para ingresar a esta ciudad prehispánica y parque nacional se tienen dos opciones: taxis especiales cuyo costo es de $100 o bien tomar el transporte colectivo donde tienen que pagar $20, pero hay que esperar hasta media hora para su salida. Solo hay un acceso, que es una carretera de dos carriles de aproximadamente siete kilómetros, sobre la cual se encuentran otras atracciones y hoteles locales.

La zona arqueológica cuenta con los servicios básicos: taquilla, museo de sitio, venta de souvenirs y comida de la región, pero todo es improvisado, pues no existe un restaurante de gran capacidad o tienda de mayor prestigio, a lo que está acostumbrado el turista que visita Cancún y Playa del Carmen, que es mercado al que se le está apostando.

Uno de los retos que debe enfrentar esta zona arqueológica —cuyo nombre original fue Lakamha, que significa “lugar de las grandes aguas” y que en 1988 fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad, es el acceso y los conflictos sociales que se presentan con los pobladores en demanda de diversos servicios.

La ciudad prehispánica y parque nacional funciona de lunes a domingo y el costo de la entrada es de $70 por persona, solo pueden ingresar agua, para recorrer los templos, los edificios y el área verde.

Keiko Tevanishi Castillo, directora de la zona arqueológica Palenque, afirma que los recursos que ingresan por las entradas al año, son enviados a las cajas concentradoras de la Secretaria de Hacienda, que ellos no tienen manejo de dinero, solo lo que se les otorga a través de la Secretaria de Cultura. “Todo va a las cuentas concentradoras de hacienda;  todas las zonas arqueológicas, son federales; somos una entidad federal, dependemos de la secretaria de cultura, de ahí llega a hacienda y  esta dependencia como el gasto nacional lo reparte en la secretaria de cultura y educación”

La arqueóloga reconoce que con las nuevas inversiones que se han anunciado para Palenque, la zona deberá sufrir algunos cambios, sobre todo dijo, en los servicios que ofrece. “El hecho de que se estén anunciando proyectos de alguna manera, van a tener un impacto no solo en nosotros como institución, sino en  turismo, toda la capacidad hotelera no solo al INAH; vanos a tener nuevas necesidades, se van a crear nuevas necesidades de seguridad, de manejo, de operación del sitio, es un momento en todos estamos interconectados, a todos nos impacta, y de alguna manera acomodarnos a ese impacto”, refirió. (Con información de Alida Piñón, Leonardo Domínguez y Sonia Sierra )

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses