Guanajuato.—Los límites de Red Phone, obra de la compañía de teatro de Vancouver, Boca del Lupo,  son difíciles de marcar. A medio camino entre la instalación y la obra de teatro, la pieza permanecerá en la Plaza Allende en la explanada del Teatro Cervantes de Guanajuato, hasta el 21 de octubre, de 12:00 a 18:00 horas,  como parte del 51 Festival Internacional Cervantino.

“La compañía tiene una fundación en teatro y performances y se basa mucho en la tecnología. Red Phone es algo intermedio entre la tecnología, el performance y el teatro; lo cual quisimos representar bien con esta pieza”, explica Jay Dodge, productor artístico  de la compañía desde 2001 y diseñador de la pieza ideada por la directora, Sherry J Yoon.

Dos cabinas rojas, separadas a tres metros de distancia y conectadas por un circuito eléctrico, reproducen, en su interior, un teleprónter que guía al participante para recrear un diálogo teatral, una escena concreta, en complicidad con alguien del público: "La experiencia de la audiencia es, en realidad,   algo íntimo entre dos personas. El público ve, a lo lejos, la experiencia de dos personas que representan esta instalación. El poder de la pieza es que le permite al participante dejar sus inhibiciones y encarnar la obra del autor”.

El autor, a su vez, le transmite a través de la instalación estas situaciones s propias al público, “al participante, y hace que se ponga en sus zapatos, que pretenda ser alguien más y entienda un nuevo punto de vista. Esto lo hacen los artistas y es un tipo de vivencia que puede tener el participante".

En otras palabras, Red Phone deja de polarizar los aspectos que dividen al público del artista y busca unirlos, explica Dodge. Por eso no se pueden definir los límites de la obra, y recalca que “el participante y la audiencia son uno mismo. Ahí radica el poder y la fuerza de esta obra", abunda.

En los montajes que ha tenido en Canadá y ciertos países de América Latina y Europa, a veces, la gente sale de la obra riendo o llorando: en otras ocasiones, abraza, incluso, a la persona que está en la otra cabina: "Hubo una ocasión en la que dos personas que salieron de la cabina empezaron un romance. Son diferentes perspectivas de lo que espera el público habitual de una instalación o de una obra de teatro. Es un ejercicio para salir de las perspectivas individuales y entrar en otras que no son la propia". El encuentro curioso, cuenta, pasó en Buenos Aires, Argentina.

"Los dos participantes se fueron a platicar después de la pieza y parecían enamorados. Era algo con un tinte romántico y que no siempre se ve en una instalación artística. No es el punto de la pieza, pero es una anécdota de lo que Red Phone, una obra que no necesita actores, puede desencadenar".

Las conversaciones escritas pertenecen a escenas de autores canadienses y latinoamericanos. El catálogo de lo que el teleprónter selecciona, aleatoriamente, es de alrededor de 30 escritores y escritoras. Una de ésta es, por ejemplo, la mexicana Valeria Loera, ganadora del Premio Nacional de Dramaturgia Joven Gerardo Mancebo del Castillo 2020 por ¡Violencia!,  que en próximas semanas será repuesta por la Compañía Nacional de Teatro (CNT)” con Daniel Giménez Cacho en el elenco.

"Estas obras, las conversaciones que se presentan en el telemprónter, son comisiones de los lugares en los que hemos presentado Red Phone". La otra escritora que participa en la obra, detalla Dodge, es Conchi León, ganadora de la medalla Héctor Herrera "Cholo" en 2018 y nominada en 2019 como mejor actriz de reparto por los Premios Metropolitanos y los Premios Cartelera de teatro 2019, por su interpretación de Doña Corpus en El donador de almas.

En el caso de autores en lengua inglesa, se hicieron traducciones especiales de estos. Hay que recalcar que los participantes hacen el performance y no son escuchados por nadie más. Sólo ellos y el operador que maneja la cabina: "Muchos pueden tener experiencias similares. Pero nunca será la misma. Cada una es diferente. Es común ver a gente que sale llorando. Al participar en la experiencia no tienen tiempo de procesarlo. Sólo siguen el guion. Después de estar en la cabina, hay un espacio en el que los participantes pueden conectar y reflexionar lo que vivieron".

El sonido del teléfono y la indicación de contestar a la llamada, desde una pequeña pantalla, son el arranque de la pieza, que busca caminos para devolverle el contacto humano al arte.

Basta con ejemplificar una de las decenas de diálogos y pequeñas historias que se reproducen: la llamada de una pareja que se separó hace muchos años. Ella quiere saber cómo están sus nietos y dice un par de consejos esenciales de vida. El otro participante debe ser hosco, frío y distante hasta que comprende que no es una llamada habitual y que no obedece al drama y la manipulación, sino que su expareja acaba de sufrir un accidente y ha decidido compartir su últimos minutos de vida con él. Hasta que el interlocutor, que va a morir, deja de responder y el teleprómter ordena acabar la pieza.

El dispositivo tecnológico estuvo a cargo de Carey Dodge. La entrada es libre.

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