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En octubre, una misión del Mecanismo Europeo de Protección Civil visitó 33 inmuebles históricos afectados por los sismos de septiembre y una de las recomendaciones que emitió a la Secretaría de Cultura federal y al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) fue la elaboración de un Plan Director o Maestro de Recuperación que les permitiría gestionar el proceso de rescate del patrimonio afectado, así como captar y canalizar las ayudas económicas que podrían obtener de otros países o instancias internacionales.

Ese plan, explica a este diario el arquitecto Ángel Luis de Sousa Seibane, coordinador del Plan Nacional de Emergencias y Gestión de Riesgos en el Patrimonio Cultural del Instituto del Patrimonio Cultural de España, y uno de los expertos que participó en esta misión, toma como ejemplo el modelo de gestión e intervención ensayado con éxito en España tras el terremoto de Lorca en 2011, que afectó unos 70 monumentos.

La dimensión de los daños patrimoniales en México superó por mucho lo que la ciudad española enfrentó entonces. Sin embargo, es un modelo de referencia que, en opinión de este arquitecto que ha sido asesor para la recuperación del patrimonio cultural afectado por sismos en Italia, España, Filipinas y Ecuador, ayudaría a las instancias mexicanas y a los expertos a gestionar esta catástrofe patrimonial que considera tiene como principales retos la carencia de medios y la presión social.

“El mensaje transmitido por la misión a las distintas delegaciones de los países europeos dejaba claro que el primer paso previo a cualquier actuación de recuperación —excluyo las actuaciones de estabilización o protección imprescindibles para evitar mayores daños—, era la elaboración de un Plan Director que estableciera unos criterios de intervención y una metodología común para todos los futuros proyectos. En nuestra opinión, sólo después de contar con este documento marco común, que podría elaborarse en un plazo razonable de seis u ocho semanas, dado su carácter abierto y actualizable, cabría iniciar el proceso de redacción de los diferentes proyectos y abrirlos a una posible financiación mediante la cooperación de terceros países”, explica el arquitecto de la dirección general de Bellas Artes y Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura español.

“Sería necesario contar con ese Plan Director o Plan Maestro para comenzar a captar y canalizar esas posibles ayudas económicas hacia los diferentes inmuebles”, plantea.

La elaboración y desarrollo de ese plan está en manos de las autoridades mexicanas.

La misión europea estuvo conformada por siete expertos de diversas instancias, como la dirección General de Bellas Artes y Patrimonio Cultural de España, de las direcciones de Cultura de la Región de Murcia y de la Comunidad de Madrid, y un oficial de enlace del Centro Europeo de Coordinación y Respuesta ante Emergencias. En sus recorridos por capillas, parroquias y conventos en Morelos, Puebla y el Estado de México, identificaron que en la mayoría de los 33 inmuebles visitados fue la falta de mantenimiento lo que provocó graves daños. Otro factor que pudo influir de manera negativa fue el uso de materiales distintos a los originales.

Uno de los casos ejemplares, refiere, es el del Santuario de Jesús Nazareno, en Tepalcingo, Morelos. “Su cúpula, seguramente intervenida con concreto armado, desintegró literalmente los muros del tambor sobre el que se apoyaba, y quedó reposando íntegra, cinco metros más abajo sobre el propio crucero. Nunca habíamos visto nada igual”, expresa.

“La cúpula descendió completa, sin desmoronarse, debido seguramente a una rigidez aportada por alguna intervención posterior con materiales distintos a los originales. Lo excepcional es que se haya mantenido así, cuando lo normal es que por su rigidez hubiera sacudido y desmoronado sobre las bóvedas del crucero, el presbiterio y la nave central”, añade.

Para el especialista, la cúpula de esa iglesia ya no tiene salvación. “No puede permanecer donde ha quedado, ni se puede levantar para apoyarla en un nuevo tambor sin correr un elevado riesgo de colapso”, plantea.

Ángel Luis de Sousa Seibane comenta que una de las inquietudes planteadas por los técnicos y especialistas mexicanos durante aquella visita fue la presión social y la necesidad de comenzar de inmediato las obras de recuperación. “Aun comprendiendo el profundo sentimiento religioso que profesa la inmensa mayoría de la población mexicana, lo cierto es que la recuperación y la conservación adecuada del patrimonio cultural requiere su tiempo”.

Además, una situación de esta magnitud supera las capacidades de cualquier Estado, añade:

“México es un referente en cuanto a política de gestión de su patrimonio cultural, y sus instituciones cuentan con técnicos especialistas de la más alta solvencia. Si me pregunta si hay suficientes expertos con experiencia en México diría que indudablemente. Pero dicho esto, una catástrofe de esta magnitud desborda los medios, tanto materiales como humanos, de cualquier país”.

Durante esa visita, un mes después del sismo, los expertos pudieron comprobar que en algunos de los lugares visitados no se habían podido completar las actuaciones de emergencia por falta de medios materiales como puntales o andamios. En otros lugares, dice, los restos de la decoración mural aún no se habían recogido e inventariado porque faltaban empresas de restauración con personal capacitado para estas labores. “Es una situación que supera las capacidades de cualquier Estado y hay que asumirlo así”, asegura.

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