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La evolución de la obra de Rafael Lozano-Hemmer en espacios públicos, a lo largo de 10 años y en 30 ciudades -incluídos los problemas e imprevistos, el paso de ideas utópicas hasta sus obsesiones y una reflexión sobre la participación del público en las obras-- es lo que Benjamin Duffield consiguió representar en Megalodemócrata: El arte público de Rafael Lozano-Hemmer , que este viernes se estrena en el marco del Festival Internacional de Cine UNAM (FICUNAM).

Se trata de una pieza de 93 minutos dirigida por Duffield que hace 12 años le planteó la idea al artista mexicano, y que entre 2008 y 2018 lo siguió para documentar su trabajo.

Benjamin Duffield -cuenta Lozano-Hemmer,

quien llegó a México el miércoles para la exhibición que habrá esta noche en la Sala Miguel Covarrubias de la UNAM- no muestra las obras funcionando perfectamente: “A él lo que le gusta mostrar es, justamente, los problemas que hay para montar estas enormes instalaciones de luz y sonido, cuando tenemos problemas de permisos, lluvia, cortocircuitos, y cómo todo el equipo está sufriendo hasta el último minuto. No es un documental frío de 10 años de trabajo en espacio público, es un retrato de un personaje, que soy yo, y cómo ese personaje transita por múltiples dificultades para realizar obras gigantes”.

El documental, en inglés y en español, aborda obras de estos años, con énfasis en piezas como Voz alta -de 2008, que conmemoró la matanza de estudiantes en Tlatelolco-; Voice Tunnel, en el túnel de Park Avenue de Nueva York; así como sus instalaciones en la Plaza de Trafalgar o para las Olimpiadas en Vancouver, una obra en torno de la desaparición de normalistas de Ayotzinapa, hasta llegar al proyecto que hará el 1 de noviembre entre Ciudad Juárez y El Paso: Sintonizador Fronterizo.

“Los artistas no estamos fuera de procesos de control”
“Los artistas no estamos fuera de procesos de control”

“Mucho de mi trabajo de espacio público trata de esta situación aislada que vivimos, donde la gente no se siente representada por su ciudad ni por su gobierno, y ante esta condición de alineación internacional el artista tiene el reto de interrumpir esta situación, de crear momentos excepcionales en donde la gente se conecta con otros, donde de repente compartes el espacio público y tienes una especie de toma del espacio para crear momentos de conexión, de poesía, de crítica”, explica el artista.

Lozano-Hemmer

(Ciudad de México, 1967) considera que la película da cuenta de esa idea de cómo hacer que la gente ocupe el espacio público en actividades que no sean el shopping mall , la compra, y que vuelva a ocupar sus ciudades. Recalca que el documental de Benjamin Duffield da cuenta de que las respuestas sobre ese tema han ido cambiando a mediada que él envejece.

Aunque Duffield es el director, cámara y editor, Lozano-Hemmer propuso la música, por ejemplo piezas de Michael Nyman, Sonido Gallo Negro, Scanner, Batallones Femeninos, Pérez Prado, Steve Reich ; también participó para adquirir algunos derechos, y con material para una sección biográfica.

- ¿La película refleja la importancia del proceso de la obra?

Cuando ves las piezas terminadas piensas que el proceso es súper racional, planificado, que tiene unas líneas maestras… Hay algo de cierto en eso, pero también es cierto que hay mucha improvisación. A pesar de tener los proyectores más grandes del mundo, de tener tres años haciendo una obra, también al final tienes que improvisar. Las obras que genero dependen de un gran grupo de colaboradores, y hablo sobre ese asunto en la película. Todos creemos en esa idea del siglo XIX de que el artista trabaja solo frente a un lienzo, y la verdad es otra, trabajamos en colaboración. Lo que hacemos es más parecido a las artes escénicas: hay gente detrás, pero una persona dirige; no es un resultado de consenso. Eso se ve en la peli.

“Lo otro es que la obra cuando está terminada, de hecho no está terminada, ese es el inicio; hay un desenlace cuando la gente participa, la hace suya, es algo que no controlo. Ben hizo entrevistas a la gente que dijo lo que experimentaba”.

- ¿Por qué el director decide tomar tus obras sobre el espacio público en particular?

Él siente que el tipo de arte para museos o bienales es un arte más convencional, donde la forma como la gente interpreta las obras está especificada, bajo un control; cree -y estoy de acuerdo- que el mundo del arte público tiene otro tipo de “baremos” y es más novedoso para la gente ver obras que no tienen ese tipo de control.

- ¿Qué te replantea esa visión acerca de tu trabajo?

La película empieza con una idea: la de la megalodemocracia, la idea de que el rol del artista es conseguir que la gente participe en su ciudad, que se sienta representada. La idea es que si el espacio público está en crisis ¿cómo puede el artista interrumpir esos fenómenos?

La respuesta que tengo, inicialmente, es que necesitamos contar con la gente, no podemos poner más esculturas pasivas que representan al poder, monumentos que sólo cuentan un lado de la historia; lo que necesitamos hacer, al contrario, es crear antimonumentos, formas para que el público pueda interactuar no sólo con su ciudad, sino con otros. Y la idea de la película es que esta megalodemocracia lleva a una contribución real, social, política donde se presentan estas obras.

“Los artistas no estamos fuera de procesos de control”
“Los artistas no estamos fuera de procesos de control”

Otra mirada.

Sin embargo, describe Rafael Lozano-Hemmer, esa promesa va cambiando, y al final de la película de Benjamin Duffield se pone en cuestión esta idea de participación:

“Cuando hablamos de participación, siempre lo vemos como algo muy positivo -'estarás empoderado, vas a participar'- pero hay preguntas: ¿Hasta qué punto mis obras son también una forma de perseguir de forma tecnológica al público, de controlar? ¿Hasta qué punto pensamos que con el like en Facebook hacemos algo para resolver un problema que nos preocupa, cuando todos sabemos que no hace nada ese like? Al final de la película tenemos ese tipo de preguntas.

La película concluye con el proyecto que el artista prepara para Ciudad Juárez y El Paso, Sintonizador Fronterizo , que pondrá el 1 de noviembre, una obra que conecta las dos ciudades con enormes fuentes de luz, a partir de las cuales la gente se podrá comunicar. Es una obra que tiene como principio una pregunta qué se hace Rafael Lozano-Hemmer: “¿Qué es lo que yo hice cuando llegó el fascismo a los Estados Unidos?”

El documental incluye testimonios de varios críticos e investigadores de México y otros países, como Elena Chávez MacGregor, Cuauhtémoc Medina y Manuel Delanda. El nombre la pieza nació de un texto publicado por el crítico Christopher Donner en Le Monde: “Me gusta el nombre, como denominación de la obsesión de la participación por el público. El autor se queja de ese tono casi mesiánico de los artistas que trabajan con la participación. Esa idea de que es preocupante que pensemos que estamos afuera de ese proceso de control, y te das cuenta, al final, de que somos parte de eso”.

Megalodemócrata: El arte público de Rafael Lozano-Hemmer

se presentará hoy a las 20 horas en la sala Miguel Covarrubias; el sábado 2 de marzo estará en el Cinematógrafo del Chopo a las 19 horas, y el domingo en Cinépolis Diana a las 16 horas.

akc

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