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Cada ciudad y cada estado de México debe contar con mapas de microzonificación sísmica, debe establecer normativas de construcción para todos los diferentes tipos de suelo que tienen, y también debe contar con una cartografía de sus grietas para aprender a vivir y convivir con ellas. Sin embargo, aunque se han hecho varios estudios, sólo una o dos ciudades cuentan con todas estas normativas.

El ingeniero Javier Lermo Samaniego, especialista en microzonificación sísmica e investigador de la Coordinación de Ingeniería Sismológica del Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), dice que después del sismo de 1985 ha habido avances en la Ciudad de México, por ejemplo las Normas Técnicas para Diseño por Sismo, que contienen mapas de microzonificación que nos indican cómo se divide la ciudad, y las zonas conurbadas como Texcoco y Chalco, cuál es el modo de vibrar de esos suelos, pero todo eso hay que seguirlos investigando y mejorando, asegura.

“No hay ni un mapa en ningún país del mundo que se haga y se acabó, todos los mapas de microzonificación se van modificando con el tiempo y mejorando. Si se cumplieran las normas técnicas para diseño por sismo en esta ciudad no habría tanto daño, pero claro, entra siempre la corrupción, y todavía así nos falta mucho mejorar estos mapas. Sobre todo nos faltan decisiones políticas y recursos para hacerlo”, señala el investigador de la UNAM.

En entrevista, el especialista dice que cuando ocurre un temblor tenemos dos grandes problemas, por lo menos en el Valle de México. Uno es el modo de vibrar, que no afecta de igual manera a toda la ciudad.

“Por ejemplo, el 19 de septiembre de 1985 ocurre un terremoto de 8.1 en las costas de Michoacán, ese terremoto fue subducción, de fallamiento inverso que estuvo a más de 400 kilómetros y no dañó a toda la ciudad, sino a un sector y a una zona del Lago de Texcoco. El terremoto del 19 de septiembre de 2017 no dañó a la zona del lago, sino a otra que es una zona de transición que fue una distribución mucho más alargada”, señala.

Luego, el ingeniero asegura que el segundo problema grave son los agrietamientos que dejan los sismos, que no hemos logrado estudiar y que pueden llegar a ser muy graves.

“Primero hay que estudiar las grietas: cuál es el espesor, cuál es la profundidad y cuál es el origen. Nos falta estudiar la grieta a detalle. Una vez que sabemos eso, reconstruimos las viviendas que están arriba, como en el caso de una amplia zona de Iztapalapa, y hacemos la reglamentación. Por ejemplo, en la parte de Cananea, donde más de 700 casitas están dañadas, la opción no es decirles: ‘Váyanse’. Hay que saber convivir con las grietas y rehacer sus casitas pero con diseño para las grietas”, afirma Lermo Samaniego.

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