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Juan Villoro ha sido testigo de su tiempo, de la realidad nacional, de la violencia que impera en México, de las desigualdades, de las pasiones que mueven a los mexicanos y de la política que, dice, está saturando al país. El escritor, ensayista y periodista asegura que hay una crisis no sólo de la realidad, sino de las expectativas y ante eso “lo que queda, a mi modo de ver, y salida posible, son las candidaturas independientes”.

El miembro de El Colegio Nacional y ganador del Premio Anagrama de Novela afirma en entrevista con EL UNIVERSAL que desde los 12 años, cuando los hechos trágicos del 68, él ha sido un testigo de los sucesos, un testigo pero desde las aceras. “Desde luego que no creo tener una clave para descifrarlos pero me interesa mucho tratar de entenderlos”.

El autor de El testigo y Arrecife dice que desde que comenzó a escribir ha tratado de entender la realidad de esta manera, como testigo. “Esa es mi perspectiva, la de un testigo, quizás desde cuando vi las manifestaciones del 68, que no he dejado de ver desde las aceras. No soy un protagonista”.

¿Cómo ves este México que enfrentará elecciones en 2018?

Veo el 2018 con poco interés desde el punto de vista de las opciones establecidas, creo que México pasa por una saturación de la política, hay un gran descrédito debido a los políticos de todos los partidos. Si tú entrevistas a personas de las más diferentes profesiones y de las más diferentes regiones del país, casi todas ellas, hablan con enorme desconfianza de los partidos políticos, lo mismo ocurre si hablas con mexicanos al otro lado de la fronteras, que tienen una visión muy crítica, entonces yo creo que la figura del político pasa por uno de sus momentos más bajos.

Esto hasta cierto punto es preocupante porque es muy grave que nuestro país esté en una situación crítica pero que al mismo tiempo también esté crítica la esperanza. Tenemos una crisis de la realidad pero también una crisis de las expectativas.

¿Es un panorama desolador?

En 1988, cuando el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas contendió por la presidencia con un frente amplio de izquierda había una enorme ilusión de que pudiera ganar y muy probablemente lo hizo, vino entonces el fraude electoral más flagrante de los últimos tiempos con la llamada caída del sistema, y no supimos nunca los resultados porque después, por iniciativa del Jefe Diego, esas boletas se quemaron, pero hoy en día no veo que haya una luz equivalente al final del túnel; es decir, tenemos un cansancio ante las opciones y sin que haya una fuerza que las renueve.

Creo que la alternancia democrática que se dio en el año 2000, en cierta forma nos quedó a deber porque entendimos que podíamos tener elecciones competidas, vigiladas y confiables, pero al mismo tiempo el resultado no fue necesariamente para bien, especialmente el de Felipe Calderón que salió de la presidencia con una guerra a cuestas que nadie le pidió que iniciara, que nunca contó con consenso del Congreso, ni siquiera de su propio partido y con un saldo de más de 100 mil muertos y más de 30 mil desaparecidos. Entonces esta alternancia no cumplió con lo que se esperaba para cambiar el sistema, tan es así que regresó el antihéroe de la política, el PRI... Cerca de mi casa había una barda que decía: “Que se vayan los ineptos y que vuelvan los corruptos”, lo cual implicaba que el PRI robaba pero sabía hacerlo mejor.

Y este regreso pues tampoco ha sido muy alentador porque el sexenio de Peña Nieto es un sexenio marcado por Ayotzinapa, Tetelcingo, la Casa Blanca y todo tipo de agravios, y una política exterior equivocada que incluso favoreció a Donald Trump.

¿Ni una luz al final del túnel?

Vivimos una situación de crisis no sólo de la realidad sino de las expectativas, queda una salida posible que son las candidaturas independientes. Pero las leyes para la contienda son profundamente injustas, es imposible que en México surja un movimiento político como Podemos en España, por la sencilla razón de que la reglamentación lo impide. Cumplir con los requisitos es una opción que en realidad prácticamente sólo pueden cumplir los políticos profesionales, entonces los independientes en realidad están diseñados como el Plan B de los políticos establecidos que pueden llegar por esa vía a un puesto. ¿Quién va a poder reunir cerca de 900 mil firmas en un plazo de dos meses en 17 estados de la República? Es algo realmente descomunal.

¿Los independientes son la opción?

A mí me parece interesantísima la candidatura de María de Jesús Patricio, que ha sido designada por el Congreso Nacional Indígena como su candidata, ella prefiere ser llamada vocera que candidata, sabe que en caso de poder participar en la contienda no va a ganar, que es una candidatura más moral que política, pero justamente a la política le hace falta mucha moral. Y al mismo tiempo sería muy interesante escuchar a quienes no se han escuchado, se trata de una mujer y una indígena que son dos sectores que han padecido históricamente gran discriminación en México.

Yo en lo personal estoy implicado en tratar de lograr que prospere esa candidatura, yo formo parte de la asociación que la postula porque no se trata de construir un partido político, no es una lucha común, se trata de una candidatura extraordinaria. Va a ser una asociación civil la que la postule de la que yo formo parte y yo ahí veo una ilusión grande, no para cambiar las cosas de manera inmediata porque la situación del país no da para eso, pero sí para poner en la agenda temas que no se han discutido y para escuchar voces que hasta el momento se mantienen como inéditas.

¿México está listo para el 2018?

El país va a llegar muy quebrantado al 2018 por muchas razones. Hay razones económicas: la caída de los precios del petróleo, el regreso de muchos paisanos que aportaban remesas a México, una tensa situación internacional, especialmente con los Estados Unidos y sobre todo muchas cuestiones no resueltas en la agenda nacional, yo creo que va a hacer un año con los conflictos a la vista.

Creo que el país va a llegar en una situación muy crítica. Es posible que esto favorezca a una candidatura de descontento como la de López Obrador, todo parece indicar que hasta ahora es el candidato que favorecen las encuestas pero todavía hay que ver quiénes son los otros candidatos, si el PAN y el PRD hacen una alianza, a quién escoge finalmente el PRI, para saber qué fuerza real va a tener López Obrador en esta tercera y posiblemente última oportunidad de ser presidente.

¿Podemos ganar experiencia?

Yo creo que esta contienda nos debe llevar a un ejercicio más de fondo, tratar de cambiar las reglas de participación. Hay ya muchos grupos ciudadanos que están pensando en esto. El único candidato verdaderamente independiente que ha triunfado en términos del tipo de apoyo que recibió es Pedro Kumamoto, de Jalisco. Él ha planteado algo que ya aprobó el gobierno de Jalisco y que es muy interesante: que se le den recursos a los partidos de acuerdo a los votantes que realmente tienen, o sea, que no haya cuotas para los partidos ajenas a la presencia real en las urnas.

La democracia mexicana es una de las más caras del mundo; creo que uno de los grandes problemas que hemos tenido después de la alternancia democrática es que los partidos políticos descubrieron que la democracia a la mexicana es un espléndido negocio. Se asignan recursos a sí mismos absolutamente inmoderados, sin darle justificación a nadie y sin que nadie pueda impedir que les lleguen estos recursos.

¿Pero hay avances, algo?

Hemos llegado a una democracia que se ha desentendido de la participación de los votantes y que en vez de solucionar los problemas los va administrando. Tenemos, como dice Mauricio Merino muy acertadamente, una democracia de los coyotes; una democracia de los intermediarios en donde nunca hay participación directa de los ciudadanos. Tenemos poder el domingo de la elección; al lunes siguiente se olvidan de nosotros.

Toda esta crisis electoral yo creo que debe llevarnos a reflexionar en que lo que necesitamos son nuevas formas de participación, una reglamentación más laxa que permita el acceso ciudadano y también formas de fiscalización posteriores por parte de la ciudadanía. Es decir, ir transitando poco a poco de una democracia representativa como la que tenemos a una democracia participativa, en donde pueda alguien ser llamado a cuentas, en donde haya fiscalías autónomas, que no sean nombradas por el presidente, en donde haya comparecencias que tengan un sentido de rendición de cuentas real continuamente en el Congreso. Esto es lo que hace falta. Entonces yo creo que al margen de los resultados de la contienda debemos seguir luchando para hacer estas transformaciones.

¿Hay una sociedad desencantada?

El problema es que somos una sociedad muy poco participativa, entre otras cosas porque no hay muchos canales directos de participación, o sea, a la gente se le pide que vote y tiene que confiar como en una deidad que le va a hacer milagros, no hay verdaderamente una sensación de que estamos en una sociedad donde se pueda exigir rendición de cuentas.

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