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El Sergio González Rodríguez que escribió los 55 textos reunidos en el libro póstumo Amigas: los años noventa fueron mejores, publicado por Almadía, es festivo, desparpajado, de un humor sagaz e inteligente, con una crítica mordaz pero lúdica. Al mismo tiempo, estos textos son el prólogo de la trilogía que publicó posteriormente: Huesos en el desierto, El hombre sin cabeza y Campo de guerra.

Esa lectura es la que le dan Jesús González Aceves, sobrino de Sergio, y Mauricio Montiel Figueiras, quienes son los portavoces de este libro póstumo que definen como “una especie de prólogo de lo que todavía no llegaba: el desastre de México”.

En entrevista, Montiel Figueiras asegura que González Rodríguez sí quiso dejar muy claro que los 90 era la época que quería retratar. “Pero hay algo que no se nos puede escapar, es que fue en los años 90 el momento en que el table dance en la Ciudad de México tuvo su auge, eso es importante porque ahí conoció a una chica en uno de los table dance en la Condesa, que se llamaba El Closet, y fue eso lo que detonó todo su interés por investigar los feminicios y la violencia contra las mujeres. Es interesante ver esto en Amigas”.

Mauricio Montiel reitera que este es el prólogo de cómo comenzó Sergio sus investigaciones aunque no lo diga en los textos del libro, pero es muy claro porque aquí menciona muchos nombres de table dance.

“Sergio comenzó esta investigación sobre mujeres en los table dance y trata de blancas con un reportaje de principios de los años 90 que se llamó Mujer de Table dance, que ganó el Premio Fernando Benítez de reportaje en la FIL de Guadalajara. Luego en 2015 recibió el Homenaje Fernando Benítez en reconocimiento a su trayectoria periodística. Este libro es el prólogo de lo que vendría después”, señala el amigo de Sergio González Rodríguez.

El sobrino del escritor fallecido el pasado 3 de abril de 2017, Jesús González Aceves, señala que Amigas: los años noventa fueron mejores y Teoría novelada de mí mismo, los dos libros póstumos, ya estaban terminados, pero hay otros textos que habrán de ir ubicando o descubriendo del archivo del narrador, ensayista y periodista.

“Habrá notas, archivos, todo eso lo vamos a estar descubriendo. La denuncia que muy frecuentemente está presente en su trabajo la hacía en este tipo de investigaciones. Hay más de 3 mil textos de que publicó en Reforma, que son fuente de cualquier tipo de recopilación, con alguna temática alguien puede armar más de una compilación con esos textos, esta su blog Frontera D, que es donde hizo las críticas coyunturales, donde él hacía una denuncia mucho más enfocada, un análisis más profundo. Hay artículos en Chilango, en la Revista de la Universidad de México”, afirma Jesús González.

Montiel dice que otro de los libros esenciales de Sergio es El centauro en el paisaje, de 1992, que fue finalista del Premio Anagrama de Ensayo. “Ese libro, igual que Amigas, se armó con textos ya publicados en distintos medios. Sergio tenía una capacidad insólita y envidiable para poder recuperar los textos que ya habían tenido una primera vida en medios periodísticos y darles una segunda vida en forma de libros”.

Maestro del auto escarnio. El gran valor que tiene Amigas: los años noventa fueron mejores es que este libro póstumo fue armado por el propio Sergio, fue él el que puso ese hilo conductor, el que tramó toda la estructura del libro. “Los textos por sí solos pueden tener su valor intelectual de crítica, de anécdota, de carga lúdica, que es una cosa inusual y atípica en los libros de Sergio, pero la manera en que lo armó nos hace sentir que estamos como platicando con él”, afirma Jesús González Aceves.

Leer sus textos sobre la vida diurna y nocturna de la Ciudad de México, su fascinación o molestia por ciertas actrices y cintas, saber de sus intereses literarios, cinematográficos y televisivos, descubrir sus pasiones por los años 90, sus crónicas y relatos, son una manera de volver a escucharlo.

“Esto es como tener una grabación silenciosa, es como seguir oyendo a Sergio, así hablaba, así se expresaba, así era de crítico con los demás y consigo mismo. Esa misma arma que apuntaba hacia él, no se salvó ni él mismo. Aparece con un auto escarnio bastante inteligente, no barato ni vulgar, es un auto escarnio muy fino y sagaz, como él era”, dice Mauricio Montiel, quien está seguro que de reunirse sus textos periodísticos saldrían varios volúmenes pues fue una labor de más de 40 años.

Asegura que esta es una bitácora gozosa, lúdica, juguetona, irónica, coloquial, oral pero completamente literaria, es el retrato de un intelectual mexicano, en la Ciudad de México, en los año 90.

Un intelectual que publicó en varios medios, como La Jornada, La cultura en México, Luna Córnea; es la bitácora de un autor que escribió también de fotografía, arquitectura y arte, que se ligó a varios círculos, incluido el de los artistas conceptuales.

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