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A los 25 años, Álvaro Uribe decidió que su manera de hacer literatura era desde la imaginación, no desde la experiencia autobiográfica; así lo hizo en sus primeros dos libros, que fueron de cuentos. Con los años y la madurez se fue al otro extremo: la autobiografía, que ha desarrollado de manera notable en la novela.

“Son mucho menos autobiográficos mis cuentos de lo que mis novelas han tendido a ser últimamente. La manera en que me reflejan es sesgada a diferencia de mis dos o tres últimas novelas que me reflejan de manera de mucho más directa”, señala el autor de "Expediente del atentado".

Un panorama completo de su literatura breve es "Historia de historias" (Malpaso, 2018), un libro que reúne los 41 cuentos que hasta ahora ha escrito y publicado Uribe —tres de ellos son inéditos—, quien reconoce que él decidió comenzar a narrar por la forma menos frecuente: trabajar sólo con las lecturas, con la imaginación propiamente literaria.

“Con mis primeras lecturas comencé a hacer juegos intelectuales. Luego pasé de ese extremo a ser cada vez más autobiográfico, a explicar cada vez más lo que viví; es fácil explicarlo, cada vez he vivido más y he leído más, cada vez tengo más experiencias propias o cada vez he robado más experiencias ajenas que puedo utilizar. Al principio, en mis cuentos lo que había era pura imaginación, pura fantasía”, asegura el autor de Autorretrato de familia con perro.

Historia de historias reúne la totalidad de cuentos que Álvaro Uribe ha escrito en 40 años.

Tenía 25 cuando comenzó a escribir y hoy tiene 65; juntos, esos años alcanzan a dar cuenta de su evolución, aunque él, crítico como es, asegura que puede ser involución.

“Es una historia, yo no diría de mi evolución, porque puede ser de mi involución, pero sí, estos 41 textos conforman una historia de cómo me ido yo enfrentando al problema de lo narrativo, cómo he ido buscando caminos para narrar, efectivamente para narrar distinto”, señala el ensayista y diplomático.

Suscribe y agradece el prólogo que Julian Herbert escribió para Historia de historias. “Yo hago rosarios de cuentos para hacer novelas y nunca dejo de ser cuentista, si es distinto sentarse a escribir una novela que sentarse a escribir un cuento”.

Asegura que nunca se sienta a escribir, sea cuento o novela, si no tiene ya el núcleo narrativo o circunstancial; ya después entra la disciplina.

Su tendencia es a innovar y a buscar siempre otro camino, y a veces ha regresado por senderos que no acabó de transitar o contar. “Ahora me resigno a regresar. Soy más capaz de volver a visitar temas o maneras de contar que antes hubiera dicho que no. ¿Será que se me están agotando o será que hay algunos que se quedaron sin explorar al 100% y quiero terminarlos?”, concluye.

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