A lo largo de seis décadas de labor en el Instituto Nacional de Antropología e Historia ( INAH ), el arqueólogo Jorge Angulo Villaseñor afirmó que ha podido acceder y comprender los miles de años que fueron necesarios para dar forma a la actual nación mexicana.

Al recibir la Medalla al Mérito "Manuel Gamio" durante la 6ª Mesa Redonda de Teotihuacan, el investigador emérito del INAH aseveró que una virtud de la disciplina a la que ha dedicado su vida, es que le ha permitido estudiar desde los primeros grupos de cazadores-recolectores, hasta las comunidades indígenas y las poblaciones urbanas de la actualidad.

“Mi trayectoria profesional ha sido un continuo aprendizaje sobre cómo se transforma una comunidad, cómo se transforma un país, cómo se transforma una institución y cómo se transforman las personas”, expresó.

Luego de agradecer la sorpresiva pero bien acogida distinción hecha por el comité organizador de la mesa, el arqueólogo compartió con sus pares la conferencia magistral titulada “Dos sectores de desarrollo cultural registrados con mayor énfasis en las investigaciones sobre la etapa Preclásica mesoamericana”.

En este trabajo el especialista recolectó algunos de los acontecimientos que llevaron justo a ciertas poblaciones de cazadores-recolectores a migrar y entremezclarse con otros grupos en el territorio del Altiplano Central mexicano hasta conformar las sociedades y las culturas que, a su vez, darían origen a la civilización teotihuacana.

Expuso así que a lo largo del periodo Preclásico, cuyo horizonte temporal antecede en hasta dos milenios a la era cristiana y termina justo cuando ésta principia, hubo dos grupos que evolucionaron de manera notoria.

Por un lado las poblaciones macromayenses, es decir, los mixes-zoques, chontales y tojolabales, entre otras, que ocuparon áreas del actual México, como el Soconusco hasta territorios de lo que hoy es El Salvador; y por el otro los otomíes, pames, mazahuas y demás comunidades de filiación macro-otomangue, que prosperaron en lo que se denominaría luego el centro de Mesoamérica.

“En algún momento, estos dos grandes troncos culturales cohabitaron un mismo territorio, lo que permitió que con el paso tiempo se crease una nueva cultura con sus propias particularidades”, sostuvo. Hacia el final de su intervención, el maestro en Ciencias Antropológicas y doctor en Arquitectura Prehispánica, se dijo satisfecho por la sofisticación de los proyectos o avances de investigación mostrados por sus colegas en cada una de las conferencias de la 6ª Mesa Redonda de Teotihuacan.

Jorge Angulo reconoció que la euforia y el profesionalismo que atestiguó durante la 6ª Mesa Redonda de Teotihuacan le hicieron borrar un estigma reciente hacia el devenir de la arqueología pues, confesó, hace no mucho le parecía que algunos investigadores estaban más interesados en desarrollar sus propias carreras y sus personalidades que sus campos y objetos de estudio.

“Es un gusto ver que todos ellos han tenido adelantos significativos en temas como las técnicas de manufactura; que utilizan las tecnologías más avanzadas para estudiar el pasado; o que analizan y comparan situaciones vividas por los grupos prehispánicos con acontecimientos de nuestro presente, que es, de hecho, la mejor manera de comprender lo actual y lo sucedido en el pasado”, finalizó.

sc

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