Considerado como el cuentista “más extraño” del siglo XX, Efrén Hernández , quien nació el 1 de septiembre de 1904, impulsó a jóvenes escritores que pronto se volvieron importantes figuras de las letras, como Juan Rulfo (1917-1986).

De origen guanajuatense, el narrador, poeta y editor estudió por un corto periodo la licenciatura en derecho, y tras abandonarla se dedicó completamente al campo de la literatura, aseguran sus biógrafos.

De acuerdo con declaraciones difundidas por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), el mismo Hernández escribió, en su ficha autobiográfica, que su afición a la literatura le fue heredada y que su formación fue más bien autodidacta.

Además, describió como al quedar huérfano, a los 14 años, tuvo que desempeñar varios oficios para pagar su bachillerato.

A lo largo de su vida, Hernández fue parte de un grupo de autores discretos casi subterráneos, y se le ubica como creador de una de las prosas más delicadas de la literatura moderna.

Sus reflexiones sobre la creación literaria s e anticiparon a varios escritores nacionales y extranjeros, ya que sostuvo que el acto de la escritura es lo que define a un autor y no las interpretaciones que se hacen de su obra.

No obstante, su trabajo literario fue poco conocido debido a que se dejó absorber por su trabajo como editor en la revista “América”, publicación que, según Franco Bagnouls, se convirtió en uno de los eslabones más trascendentales en la larga cadena de consolidación de la literatura mexicana.

Como autor se caracterizó por ser fiel a un mundo creativo, incursionó en varios géneros : cuento, novela, poesía, teatro y crítica . Su obra más conocida, “Tachas”, se publicó en 1928 y fue considerada una de las narraciones cortas de mayores alcances en México. Aunque su obra fue publicada en tiempo y forma, fue poco entendida y distribuida.

Sobre la obra de Efrén Hernández, el destacado escritor Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura de 1990, dijo que se era “original”, porque “descendía a los orígenes de las cosas”.

Hernández, quien falleció el 28 de enero de 1958, dejó como legado varios títulos, entre ellos: “El señor de palo”, “Entre apagados muros”, “La paloma, el sótano y la torre”, “Cerrazón sobre Nicómaco, ¿cuento largo; novela corta?”, “Entre apagados muros” y “Horas de horas”.

Hoy recordamos al escritor con cuatro de sus frases más destacadas.

“No sé qué cosa tiene el cielo aquí, que transparenta el Universo a través de un velo de tristeza”.

"Al que haya sido herido, al lastimado de la incisión de amor, al que haya sido por el divino dardo señalado".

"De abajo subía el ruido de toda la ciudad; de arriba caía el silencio de todo el infinito.

"Cada persona es un mundo, es un cuento’".

akc

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