¿Cuál es la relación entre arte y educación ?, fue la pregunta central sobre la charla que este sábado sostuvieron los artistas Luis Camnitzer y Pablo Helguera en la Cátedra extraordinaria Mathias Goeritz que se llevó a cabo en el Museo Experimental El Eco de la Ciudad de México.

El diálogo que llevó por título "Sobre los espacios para la pedagogía expandida del arte" fue moderada por la curadora del MUAC Mónica Amieva y contó con la asistencia de unas 200 personas que se reunieron para escuchar los puntos de vista de este par de artistas que a lo largo de sus respectivas carreras han estado estrechamente vinculados a la enseñanza del arte y que se han desempeñado como "curadores pedagógicos" de la Bienal de Arte Mercosur, en Sao Paulo, Brasil, en diferentes ediciones.

Helguera, quien labora en el departamento de educación del MoMA de Nueva York dijo que la educación es un proceso abierto que es algo mucho más amplio y más rico que sólo memorizar y repetir datos e informaciones. Y recalcó el valor de la educación informal, la que recibimos a lo largo de nuestra vida, en oposición a la educación formal.

Por su parte, Camnitzer, artista de nacionalidad uruguaya avecindado hace décadas en Estados Unidos, donde se ha desempeñado lo mismo como artista que como profesor, curador y escritor sobre temas relacionados con el arte, la comunicación y la educación, dijo que en realidad arte y educación son o, desde su punto de vista, deberían de ser dos caras de la misma moneda.

Camnitzer, autor, entre otros libros, de Arte y pedagogía: la ética del poder (Casa de América, Madrid) señaló que se suele entender el arte como producción de objetos o como agente de trasformación cultural. Esta segunda definición es realmente la que le interesa. Y en ese sentido la pedagogía del arte y el arte mismo debe de estar orientado a explorar lo desconocido y en generar nuevos conocimientos.

Tanto Helguera como Camnitzer coincidieron en la importancia del arte para revelar los mecanismo del poder y criticaron las estructuras institucionales que relegan a los departamentos educativos de los museos.

Un asunto central para Camnitzer es la distribución de poder entre los individuos que conforman una sociedad. Y en este sentido un espectador tiene que ser capaz, frente a una obra expuesta en un museo, de ir más allá de lo que se dice sobre esa obra, y preguntarse por los intereses que hacen posible que esa obra esté allí y por los problemas (de cualquier índole, no sólo estéticos), que esa obra resuelve.

Por ello resalta la facultad que el espectador tiene para nombrar lo que ve, lo que descubre a través del arte, y no sobre la repetición de asuntos nombrados por otros.

"Tradicionalmente el público consume objetos de arte y no participa de los problemas a los que se enfrentaron los artistas para hacer las obras: ¿de dónde vienen estas obras?, ¿cómo se pudieron haber resuelto mejor", dijo Camnitzer.

Helguera, a su vez, hizo énfasis con una frase del artista Antoni Muntadas ("la percepción requiere participación") en que la educación en el arte no produce de manera inmediata sino es un proceso.

"Esa idea de que el arte es algo inmediatamente comprensible no es verdad", dijo Helguera, quien en la actualidad trabaja en un proyecto artístico vinculado al problema de las deportaciones masivas de los llamados "dreamers" en Estados Unidos: una especie de "librería oral", según definó, de sus historias, que genere empatía entre la población.

La Cátedra Extraordinaria Mathias Goeritz continuará el próximo 18 de junio con la conversación "De la utopía urbanista a la emergencia arquitectónica" entre la historiadora del arte Dorota Biczel y la socióloga y curadora María Berríos.

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sc

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