Boligán denuncia plagios

“Se entiende, tener influencias de otros artistas, coincidir en alguna idea, pero el plagio es otro asunto”, así lo escribe en redes sociales el caricaturista y colaborador de EL UNIVERSAL Ángel Boligán, quien descubrió que las ideas de sus dibujos volvieron a ser copiadas. No es la primera vez que le pasa, pero la diferencia ahora es que el monero encontró al autor de plagios que vienen de tiempo atrás; y la otra sorpresa es que sus dibujos fueron copiados en línea, detalles, mensajes e incluso color. De ahí que alerta a directores y editores de diarios que deben estar atentos a este tipo de “pseudoartistas”, y les da el nombre del plagiador: José Alberto Tiscareño Rodríguez. En redes sociales señalan que Tiscareño colabora en un medio nacional y que ahí deberían tomar medidas. El robo de la obra de Boligán coincide con el reciente hurto de las fotografías de Daniel Aguilar en torno de los sismos de 2017. En ambos casos, los medios, galerías y ferias de arte deberán revisar que los que toman el camino fácil de robar ideas no entren a sus páginas ni oferten copias en ferias de arte.

¿Sí querían diálogo?

El grupo de estudiantes de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) que entró por la fuerza y a empujones al Museo Nacional de Antropología la tarde de ayer, al parecer, no pretendía confrontar a Diego Prieto, director del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Lo que en realidad buscaba era entrar por la fuerza al recinto con el argumento de que es un espacio cultural de los mexicanos y de que ellos eran libres de poner allí sus pancartas y leer su pliego petitorio, en el que piden incremento al presupuesto a la educación pública y exigen a Prieto esclarecer los detalles de la remodelación de la zona arqueológica de Cuicuilco. Tan pocas intenciones tenían de hablar con Prieto, que obviaron que el funcionario estaba en la explanada dando su discurso durante la conmemoración de la Marcha del Silencio, cuya ceremonia se realizaba a unos pasos de donde estaban los estudiantes inconformes.

La maldición de Macbeth

En el mundo teatral Macbeth es la gran obra maldita, los artistas y el equipo creativo suelen omitir su nombre y se refieren a ella como “la obra escocesa”. Incluso hay hasta rituales en caso de que sea nombrada para librarse de la maldición, como salir del teatro, escupir en el suelo, girar sobre sí mismo tres veces y pedir a gritos poder volver a entrar en la sala. Pues a la nueva producción de la Ópera de Bellas Artes en el Palacio de Bellas Artes de esta obra de Shakespeare, le cayó la maldición y nadie salió a escupir el piso. Hace unos días se zafó una columna de la escenografía firmada por Alejandro Luna y le pegó a la concha acústica. Trascendió que fue un error de tramoya, que movieron varas y una se atoró y jaló la escenografía. Según el INBA, sí cayó un tronco, pero no sobre la concha y ya todo quedó arreglado. Nos cuentan que también hubo diferencias entre el concertador Marco Guidarini y la directora de escena Lorena Maza. Y el vestuario lo acabaron al cuarto para las 12. La corona de esta cadena maldita fue que les tocó mega marcha y las autoridades hasta tuvieron que mandar un aviso a la gente para que tomara sus precauciones para llegar a tiempo.

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