La propuesta de que las obras artísticas del edificio de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) sean desmontadas y trasladadas al nuevo aeropuerto de la Ciudad de México —tras los daños en el inmueble como consecuencia del sismo del 19 de septiembre de 2017—, debe tomar en cuenta que el divorcio físico de este conjunto artístico respecto al lugar de origen lo alteraría en forma negativa; es necesario que la SCT informe acerca del estado estructural del inmueble y que se escuchen las propuestas fundamentadas de la sociedad civil y los especialistas.

Estas y otras inquietudes fueron expresadas en una carta que dirigió el Colegio de Investigadores del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la UNAM a los secretarios de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, y de Cultura, María Cristina García Cepeda: a la directora del Instituto Nacional de Bellas Artes, Lidia Camacho; y a José Ramón Amieva, encargado del Despacho del Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, entre otros funcionarios.

En su sesión del 6 de abril, el Colegio de Investigadores acordó el documento donde demanda que “todos los proyectos de conservación vayan precedidos siempre por el estudio estético, histórico y científico que debe darles fundamento, y que se publiquen acompañados de especificaciones técnicas que permitan evaluarlos”.

El edificio de la SCT, ubicado en Eje Central y Xola, y edificado entre 1952 y 1954 por Carlos Lazo y otros arquitectos, posee obras murales de José Chávez Morado, Juan O’Gorman, Jorge Best, Arturo Estrada, Luis García Robledo, José Gordillo y Guillermo Monroy, y esculturas de Francisco Zúñiga y Rodrigo Arenas Betancourt. Se trata de una obra “singular y relevante del arte y la cultura de México en el siglo XX” y está catalogado en la  Relación del INBA de Inmuebles con Valor Artístico.

“Los murales se concibieron en concordancia plena con el proyecto arquitectónico del edificio. Sería difícil conservar o actualizar su valor como patrimonio cultural o artístico en un entorno arquitectónico distinto y en el que su función no podría ser equivalente a la original”.

Los investigadores argumentan que la conservación de los murales debe considerar la idea de integración plástica como parte del valor patrimonial del conjunto: “El divorcio físico espacial respecto al lugar de origen alteraría en forma negativa el conjunto y está expresamente desaconsejado por todos los documentos normativos y éticos que se refieren al patrimonio”.

En la carta, que firma Renato González Mello, director del IIE y presidente del Colegio, se enfatiza que murales, esculturas y edificio tienen un programa integral y un discurso que debe tomarse en cuenta, evitando su fragmentación o la alteración radical de su lectura.

“Proponemos que se defina un periodo razonable para atender propuestas fundamentadas de la sociedad civil y los especialistas, bajo la organización de las autoridades culturales del gobierno de la República”. Piden a la SCT que haga pública la documentación completa sobre el estado de conservación actual del inmueble, desde el punto de vista estructural y permitir el acceso a los expedientes históricos relativos a la construcción del Centro SCOP.

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