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Amalia Hernández quiso ser bailarina desde que era niña. Su padre, Lamberto, conocido político y militar, y su madre, Amalia, maestra, apoyaron su decisión y le construyeron un estudio en casa para que empezara sus estudios de ballet. Se convirtió en una de las figuras más importantes de la danza en México y heredó al país el Ballet Folklórico de México. Hoy se cumplen 100 años de su nacimiento (19 de septiembre de 1917).

“Para mí ha sido muy gratificante ver la respuesta de la gente y, sobre todo, ver lo vital que sigue el legado que dejó mi mamá. Lo que hemos hecho a lo largo del año no es sólo recordarla, es vivirla. En este sentido, mi mamá sigue con una gran energía. Fue una mujer muy trabajadora, preocupada por su país, siempre siguió aprendiendo, investigando y escribiendo. Hace 17 años murió y es un orgullo que su trabajo siga latente. Los jóvenes, las nuevas generaciones, la siguen conociendo. La pasión por la danza de mi mamá sigue viva”, comenta Viviana Basanta en entrevista.

La función especial para conmemorar el centenario se celebró el pasado 17 de septiembre en Bellas Artes. Pero las actividades en honor a Amalia Hernández seguirán el resto del año con funciones en diferentes ciudades del país. Además, durante la gala que el Ballet ofrecerá en el Cervantino, se le hará entrega póstuma de la Medalla Cervantina.

También se presentará la tercera edición de un libro y documental conmemorativos, realizados con el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de la Danza José Limón, la Fundación Roberto Hernández Ramírez y Fomento Cultural Banamex. El material contiene un nuevo apartado con datos biográficos poco conocidos, recopila historias y declaraciones de familiares y de personas cercanas a su trabajo y vida. Todo esto acompañado de material fotográfico nunca antes mostrado. Será presentado en noviembre próximo.

“Nos echamos un clavado al archivo para ver los orígenes y motivaciones del trabajo de mi mamá. Estamos conociendo la genética del Ballet Folklórico en los cajones viejos que teníamos. He encontrado cosas maravillosas, como escritos sobre lo que pensaba del país. La gente la ubica como coreógrafa, bailarina, maestra, escritora, pero no la reconoce como escritora, y en sus textos reflexiona sobre cómo México canta y baila su historia. Ella sabía que somos cultura, tradición, costumbres, leyendas, mitos y realidades. Todo este material lo hemos trabajado con el Cenidi, en el libro aparecerá una autobiografía escrita de su puño y letra”, indica.

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