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¿Se produce arte chicano hoy? La pregunta tiene más de una respuesta en la exposición Construyendo puentes. Arte Chicano Mexicano de Los Ángeles a la Ciudad de México, que este viernes se inaugura en el Museo de Arte Carrillo Gil.

Porque para hablar del movimiento de arte chicano, en estricto sentido, habría que irse a los trabajos de artistas como Los Four (Frank Romero, Carlos Almaraz, Roberto de la Rocha y Gilbert Luján), así como a los de Judy Baca o Patssi Valdez —todos ellos presentes en esa muestra—. Pero la exposición tiene obras de jóvenes generaciones —Ana Serrano, Patrick Martínez, Cindy Santos y Viviana Paredes, por ejemplo—, artistas de origen mexicano que nacieron y trabajan en Estados Unidos, y que comparten con los primeros la creación de una obra que está entre las dualidades de fronteras, nacionalidades, pertenencias. Sin embargo, lo recalcan el curador Julián Bermúdez y el coleccionista Cástulo de la Rocha, se trata de un arte de y hecho en Estados Unidos.

Construyendo puentes reúne 69 obras de 30 artistas de distintas generaciones. La mayoría son de la colección AltaMed, empresa que preside De la Rocha, quien presentó la muestra a los medios, acompañado por Antonio Villaraigosa, exalcalde de Los Ángeles, y el exasambleista Fabián Núñez.

Diálogos y muros. Varias obras de artistas que en los años 60 dieron vida al movimiento hablan de las luchas de mexicanos en EU por defender su identidad primera, y de su encuentro con una nación en la que nacieron, pero que no los reconoce. Organizados en cinco temas, los trabajos exhibidos quieren mostrar al visitante que no es un “arte popular”, como muchos han encasillado al movimiento chicano, argumentó el curador.

Judy Baca y Donna Deitch con La Pachuca buscaron captar la esencia del personaje en una serie de fotografías de 1976; Frank Romero resumió la tensión de aquellos tiempos en The Closing of Whittier Boulevard; el retrato de la nueva vida está en las pinturas de Carlos Almaraz, artista nacido en México que murió en 1989 y que el curador definió como el más importante de los iniciadores del movimiento. De Los Four, justamente, recibe al visitante un mural conmemorativo con sus trabajos de 1994.

La pintura de Yolanda González, que continúa trabajando, convive en sala junto a la pieza Cartonlandia, de Ana Serrano, nacida en Los Ángeles en 1983, primera generación mexico-americana en su familia, que recupera una ciudad que puede ser Guanajuato o Ecatepec o cualquier capital latinoamericana.

No sabemos si estos nuevos artistas se llaman chicanos o si se sienten parte de un movimiento. Hay en las obras de ellos un encuentro con las huellas que en la estética de la ciudad ha dejado lo latino: como en NELAzul, de Patrick Martínez, autor también de los neones que a la entrada le avisan al visitante: “América es para los dreamers”. Cindy Santos Bravo recupera en su pieza Terrestrial otras huellas que remiten al maguey y al desierto. Y Viviana Paredes, con Bendición para un mojado (2010) reformula la pregunta que hace 50 años se hacían con sus obras los iniciadores del movimiento chicano.

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