Ya conocemos a casi todos los candidatos presidenciales rumbo a la boleta electoral y también ya nos enteramos de que nuestra suertuda Selección Mexicana abre el Mundial de futbol en Rusia nada menos que enfrentando al campeón del mundo: Alemania.

Bien, al menos ya sabemos quién ganará ese primer partido, lo demás será historia; sin embargo, el 1 de julio del próximo año, este país vuelve a la cita sexenal para definir su futuro. La disyuntiva será optar por un rumbo serio y ordenado, frente a la esperanza de lo nuevo. Usted decida.

Pero mientras los candidatos nos ofrecen su menú de opciones para un mejor futuro, no podemos olvidar que estamos en medio de una sociedad agraviada, enfurecida con el poder y que desprecia a los políticos en general; la sociedad mexicana en todos los niveles está harta de la corrupción y buena parte de ella no trae sed de justicia, más bien, una especie de ansiedad colectiva que básicamente busca venganza. Un país enojado y polarizado es lo que veremos en las calles el próximo año.

Y en este contexto, ¿quién está preocupado por los derechos de los fotógrafos? Recordemos los diversos casos que se presentaron en México en los primeros dos años de este sexenio. Varios fotógrafos terminaron heridos o golpeados por policías y provocadores en distintos casos que nunca se revisaron.

¿Qué va a pasar en 2018 antes o después de las elecciones entre policías, fotoperiodistas y ciudadanos cuando choquen en las calles? ¿Por qué no existe un protocolo que regule la actuación de las autoridades frente a las protestas sociales? ¿Por qué no distinguen claramente entre profesionales que están ahí para documentar y “activistas” con cámara en mano, que sólo buscan reventar toda manifestación pacífica?

¿Acaso no podemos ponernos de acuerdo? En Sudamérica, al menos en Argentina, Brasil y Chile, existen reglas claras entre periodistas y autoridades, cada uno sabe sus derechos, límites y obligaciones; en México todo intento de ponerse de acuerdo es aplastado por la desconfianza o intereses mezquinos.

Pongo aquí un ejemplo de civilidad que, al parecer, sólo puede darse en el primer mundo. En Missouri, don Lawrence O’Toole, jefe de la policía en San Luis, ha tomado acciones para que los miembros de la policía conozcan los derechos de los fotógrafos.

Durante septiembre y octubre pasados se realizaron arrestos improcedentes a fotógrafos durante protestas que se realizaron por la muerte de Anthony Lamar Smith. En aquel contexto, el fotógrafo Daniel Shular fue arrestado en una manifestación a pesar de contar con identificación que lo acreditaba como periodista por la National Press Photographers Association; claramente, él era miembro de la prensa y no un manifestante, aun así fue detenido.

Después de aquel arresto, la Corte Federal de Estados Unidos emitió un mandato para que la policía de San Luis Missouri cesara la detención de manifestantes en protestas pacíficas. Pero, adicionalmente, Lawrence O’Toole giró otra orden para que sus policías estudiaran y repasaran una vez al mes los derechos de los fotógrafos, que a la letra dice: “Los miembros de la prensa deberán tener todas las consideraciones por parte del departamento de policía para poder realizar su tarea informativa. Desde luego, los fotoperiodistas no podrán intervenir con el cumplimiento del deber de un oficial o poner en riesgo la seguridad de la población”. Tan, tan.

Ya sé que en México eso sería letra muerta, pero tratemos de que no lo sea; en Chile, los fotógrafos traen un gafete amarillo especial que otorgan las autoridades locales a los profesionales acreditados y los carabineros tienen prohibido tocar a esos periodistas. Eso ayuda también a acotar a los provocadores, lo que resulta en un beneficio mutuo.

Ya estamos a la vuelta de un intenso y crucial 2018 y nadie se sienta a elaborar protocolos ni reglas claras por lo que pueda pasar en la calles. Total, lo verdaderamente importante será cumplir el bonito sueño de un quinto partido en Rusia, meta que los alemanes se encargarán de descarrilar en el juego inaugural del próximo 17 de junio en Moscú.

PD. Y en asuntos que a nadie le importan, esta columna cumple hoy tres años de circular en las páginas y diversas plataformas de El Gran Diario de México. Gracias por su confianza.

@MxUlysses

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