No soy seguidor de las historias que pretenden re-significar a los narcos, como personajes heroicos, exitosos o que los presentan como personajes aspiracionales. Pero la serie original de Netflix producida por Story House en Univision es una maravilla.

Esta serie lo tiene todo, cuenta con un personaje muy interesante, una fotografía sobria y bien cuidada, actuaciones de primera y caracterizaciones de lujo, combinado con acción, drama, muerte y un entramado complejo de intriga política, criminal y refleja un ecosistema repleto de traiciones y lealtades a muerte.

El Chapo es, a todas luces, una teleserie. Sus capítulos tienen duración promedio de 50 minutos. Es un drama biográfico, con acción y suspenso que toma influencias del cine negro y los clásicos western; se nutre de corrientes artísticas como el costumbrismo, pues muestra aspectos de la vida real y contemporánea, en medio una sociedad actual sumida en el terror de la violencia cotidiana de la que es víctima y cómplice al mismo tiempo.

Iván Hernández es el director de fotografía responsable de la textura visual de este trabajo, trae una paleta de colores sabor madera que se mezcla con el azul y naranja propios del paisaje del Pacífico. Esta secuencia de imágenes en movimiento toma ritmo gracias a la edición de Jorge Macaya, quien mantiene la tensión dramática, logrando que quienes la vemos no podamos despegar la mirada de nuestra pantalla. El audio es impecable.

La serie me encantó y aquí les comparto mis razones. En primer lugar, la serie tiene un corte híbrido entre ficción y realidad muy bien tejido; se nota la asesoría del colega Alejandro Almazán, quien le agrega ese toque periodístico y puntual que toda serie biográfica requiere para ser tomada en serio.

El próximo lunes 8 se cumplen ya dos años de la última detención de Joaquín Guzmán Loera, quien está por cumplir un año en Estados Unidos, en el Centro Correccional Metropolitano de Nueva York, sometido a un juicio que probablemente resultará largo.

Guzmán Loera, ahora con 60 años de edad y nacido en Sinaloa el 4 de abril de 1957, resultó ser el narcotraficante mexicano más poderoso de las últimas dos décadas y de quien menos conocemos detalles de su historia a lo largo de su vida. Esta serie intenta dar luz entrelazando hechos probados bajo una narrativa inteligente que lleva a entender los impulsos y estrategia detrás de las decisiones de Guzmán Loera.

En esta serie, los escritores Carlos Contreras, Silvana Aguirre, Alejandro Almazán, Esteban Orozco y Sara García se inspiraron en hechos históricos y documentados, que giran en torno al Chapo y, obviamente, se apoyan en algunas medidas con personajes ficticios que son necesarios para las exigencias narrativas de cualquier pieza de entretenimiento audiovisual de este tipo.

Cabe señalar que a pesar de que Guzmán Loera estaba interesado en llevar la historia de su vida al cine, se sabe que él personalmente no está de acuerdo con esta versión sobre su vida; un dato de lo anterior está consignado en la prensa mexicana, en donde José Refugio Rodríguez declaró que la serie está basada en hechos que no corresponden a la realidad y que eventualmente estudian demandar a los productores por el guión de esta serie. “Son dichos que no son ciertos y que lo presentan como un criminal despiadado”, comentó el propio Refugio Rodríguez a El Financiero en 2017.

Así que mientras son peras o manzanas, yo le recomiendo que se organice este fin de semana para ver la serie y conocer parte de la vida de este interesante personaje que, sin duda, se ha ganado ya un lugar en la historia de nuestro país nos guste o no.

La serie de El Chapo está dirigida por José Manuel Cravioto y Ernesto Contreras y, créame, no escatima nada para tocar los diversos momentos que México ha vivido desde el asesinato de Camarena, pasando por el sexenio de Salinas, la llegada de Fox y la administración de Felipe Calderón; nada queda fuera de la serie, ni el tema de la guerra contra los narcos ni el dolor de los familiares de los miles de muertos y desaparecidos que ha dejado esta pesadilla criminal; le aseguro que vale la pena repasar el doloroso camino de una tragedia nacional que será recordada, siempre, como un trauma social, político y generacional que marcó el arranque de nuestro ensangrentado siglo XXI.

@MxUlysses

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