Oficialmente su esposo y sus hijos son los “motivos familiares” que llevaron a Tatiana Clouthier a dejar la subsecretaría de Gobernación, cargo a donde la había invitado el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, y a tomar mejor posesión como diputada de Morena en la LXIV Legislatura. Pero detrás de las explicaciones públicas, hay razones y temas de fondo, que van más allá de los desencuentros y molestias, y tienen que ver con una lucha entre poderes que no es precisamente de “telenovela”.

Tatiana es un personaje que se volvió muy mediático en la campaña; su cercanía con Alfonso Romo, quien la llevó al proyecto, y con Julio Scherer, la metió al primer círculo, pero al definir López Obrador su gabinete, quedó claro que, aunque carismática, no era de la primera línea lopezobradorista. Luego, asuntos como su descalificación al nombramiento de Manuel Bartlett, junto a los fuertes cuestionamientos de su hermano a AMLO, provocaron una reacción de frialdad de la casa de transición a la ex coordinadora, que nunca quiso atender las peticiones para afiliarse a Morena y prefirió seguir como externa.

Pero también pesó en la decisión que no tenía muy buena relación con la futura secretaria Olga Sánchez Cordero. De hecho los tres subsecretarios, Tatiana, Zoé Robledo y Alejandro Encinas, han visto con preocupación que mientras la ministra se dedica a hablar de cuánto asunto le preguntan, está permitiendo que desmantelen Gobernación. De 7 subsecretarías le dejaron 3, pero además también pierde la Policía Federal y la Comisión Nacional de Seguridad que van a la Secretaría de Alfonso Durazo. El Cisen también se va; no se sabe aún si a Presidencia o a la SSP; los temas legales, leyes, reglamentos los llevará el coordinador Jurídico, Julio Scherer, mientras la relación con los estados pasa a la Coordinación de Programas Estatales de Gabriel García, que también se lleva el Fonden y sus recursos para desastres. A Segob solo le quedan derechos humanos y participación ciudadana.

Y ahí entra otra pugna importante entre Olga Sánchez con Scherer. La ex ministra siente que debería ser la única que lleve la relación con los ministros y con la Corte, mientras que AMLO también encargó esa relación al que será su poderoso coordinador jurídico. De hecho, en el desayuno del presidente electo con los ministros de la Corte, el 10 de agosto, fue notorio que en la mesa había lugar para todos, menos para Scherer, por lo que tuvieron que improvisar y colocarle un asiento en una esquina. Alguien llamó la tarde anterior para pedir que cancelaran ese lugar.

Esa pugna está más allá de lo anecdótico, pero es parte del por qué dicen que doña Olga anda tan entretenida en la relación con la Corte, que se ha desentendido de Segob. Y es que el control de la SCJN es clave porque se trata del único de poder sobre el que no tiene control López Obrador. Y eso lo convierte en el “último reducto” en el que pueden buscar ampararse y defenderse, literalmente, desde fuertes intereses económicos, empresarios, poderosos abogados que han vivido de sus relaciones con el Poder Judicial para litigar y cualquier otro grupo que busque frenar una iniciativa lopezobradorista que afecte sus intereses.

Olga Sánchez es para los mismos ministros de la Corte su apuesta para evitar un embate de AMLO al Poder Judicial y mantener el “statu quo” en ese poder, contra cualquier intento por modificar los equilibrios internos en la Primera Sala o impulsar a una presidencia afín en la SCJN. En los discursos del 10 de agosto, todo fue “respeto a la autonomía y no injerencia” del presidente, pero en el desayuno AMLO propuso considerar una disminución de sus sueldos y ahondar en su austeridad. Al día siguiente la ex ministra declaró “los sueldos de los ministros, jueces y magistrados están garantizados para no ser disminuidos” y argumentó la doctrina constitucional de 1857 que busca “la autonomía” del Poder Judicial.

Así que mientras su Secretaría es desmantelada y sus subsecretarios le renuncian antes de empezar, doña Olga está más ocupada de sus asuntos de ministra que de secretaria del gabinete. Y en el fondo de la trama hay un asunto de la mayor trascendencia: ¿quién controla al único poder que está en duda hacia dónde se moverá a partir del 1 de diciembre?

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