En el anuncio ayer del primer círculo que acompañará a Andrés Manuel López Obrador en el histórico Palacio Nacional —que sustituirá a Los Pinos y volverá a recobrar su condición de sede del poder presidencial en México— hay nombres llamativos, como el de Lázaro Cárdenas Batel, que por su posición de jefe de Asesores y sobre todo por la relevancia de su apellido, y el pacto que supone con el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, llamaron mucho la atención mediática; pero por encima del ex gobernador de Michoacán y de otros colaboradores de confianza que estarán cerca del próximo presidente, hay un nombre que concentrará un poder tan especial en el próximo gobierno que desde ahora se afirma que su oficina estará ubicada “al lado del despacho presidencial”.

Se trata de Gabriel García Hernández, el joven operador que desde la Secretaría de Organización de Morena construyó y operó la estructura electoral que promovió el voto y la imagen de López Obrador en todo el territorio nacional. García trabajó desde 2015 en la integración de una estructura a nivel nacional que para la campaña presidencial de 2018 llegó a contar con 60 mil comités territoriales-seccionales en todo el país, con los que Morena tuvo presencia en el 90% de las 68 mil secciones electorales que hay en la República. Ese fue el “ejército” que llevó el mensaje del lopezobradorismo a casi todas las localidades de la República en una estrategia de tocar puertas e ir casa por casa llevando “saludos y un mensaje del licenciado López Obrador”. Una buena parte de ese ejército, casi el 40%, eran trabajadores petroleros, electricistas y maestros del SNTE.

Con esa experiencia y ese control de la estructura morenista, Gabriel será ahora el coordinador de Programas Integrales de Desarrollo, posición desde la que fungirá como el único enlace entre los 32 superdelegados o coordinadores en los estados, que manejarán el presupuesto federal para obras y programas sociales, y de los 300 coordinadores regionales —uno por distrito electoral— que se encargarán de bajar esos recursos y apoyos federales a los estados y municipios. Orgánicamente, esa “superestructura” a nivel nacional sólo depende y reportará directamente al presidente López Obrador y a su coordinador García Hernández.

Ese es el tamaño del poder político y económico que tendrá el coordinador de 42 años cuya cercanía con Andrés Manuel López Obrador no es ni nueva ni reciente. En el Gobierno del antiguo DF, Gabriel García Hernández fue director de Adquisiciones de la Oficialía Mayor y para la primera campaña de López Obrador se convirtió en el apoderado legal de Honestidad Valiente, la asociación civil desde la que se operó un esquema de financiamiento para la campaña lopezobradorista. Para la segunda campaña presidencial de 2012, nuevamente García apareció como operador financiero y, según señalamientos y denuncia del PRI en aquel año, era el encargado de operar un esquema de “donaciones y aportaciones” provenientes de funcionarios y militantes del entonces gobierno perredista en la Ciudad de México, además de ser vínculo entre Honestidad Valiente y otra organización llamada “Austeridad Republicana”.

Después de la campaña de 2012 y hasta 2015 trabajó como asesor con Víctor Hugo Romo y David Razú en la jefatura delegacional de Miguel Hidalgo, y aunque no tenía un cargo formal, operaba con gran influencia en las decisiones que se tomaban en la delegación, desde las administrativas y financieras hasta las de carácter jurídico y político. A partir del registro de Morena como partido político, en julio de 2014, volvió a ser llamado por López Obrador para encargarse de la Secretaría de Organización y desde ahí comenzó a tejer la red electoral que ayudaría a llevar la presencia del partido a casi toda la República, algo que fue clave en el triunfo arrollador del pasado 1 de julio.

Esa efectividad, tanto en los esquemas financieros que le permitieron a López Obrador mantenerse durante sus primeras dos campañas presidenciales, como la operación política impecable en la reciente campaña, que el ahora presidente electo definió como “la tercera y la vencida”, es lo que convierte a Gabriel García Hernández en uno de los hombres con más poder en el primer círculo que ayer anunció el futuro presidente. Por algo ocupará “el despacho de al lado” en el Palacio Nacional.

NOTAS INDISCRETAS…Una prueba del poder que ganó Gabriel García en Morena ocurrió en la definición de las candidaturas en la CDMX el año pasado. Gabriel apoyó en todo momento a Víctor Hugo Romo para alcalde de Miguel Hidalgo, a pesar de que había cuestionamientos contra el ex delegado perredista, en particular de Andrés Manuel López Beltrán, el hijo de López Obrador. A pesar de que Andy tuvo el control de casi todas las nominaciones en la ciudad, no pudo vetar a Romo, quien logró ser candidato y hoy será alcalde con el apoyo de García Hernández… Paran los dados. Tocó Escalera. Subimos.

sgarciasoto@hotmail.com

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