La gira de “agradecimiento” de Andrés Manuel López Obrador por toda la República

, en la que el presidente electo agradece el apoyo mayoritario de los mexicanos el pasado 1 de julio, también podría llamarse la gira de los “apapachos” a los gobernadores de los estados. Porque en cada entidad federativa que visita, antes o después de sus mítines con la gente, el futuro mandatario primero anuncia públicamente las inversiones, obras y proyectos que su gobierno destinará al estado, y luego a los gobernadores les dedica elogios , reconocimientos y una notoria cortesía política en reuniones privadas con diputados y senadores de Morena, en las que López Obrador llama a los morenistas a respetar la figura del gobernador y les repite varias veces “el gobernador es el jefe político del estado y ustedes tienen que atender lo que él diga y consultarlo”.

En un intento por limar asperezas y terminar con cualquier rispidez que hubiera generado su decisión de nombrar a los nuevos “superdelegados” o coordinadores de programas estatales, López Obrador aprovecha estos acercamientos para dejar claro a los gobernadores el respeto a su liderazgo político en sus estados y aclarar confusiones y enfrentamientos entre los coordinadores federales y los mandatarios estatales.

Se trata de una fina operación política del presidente electo en la que se convoca al futuro coordinador estatal y a diputados y senadores de Morena, tanto a nivel local como federal a las reuniones con los gobernadores , ya sea en el Palacio de Gobierno o en algún otro recinto donde Andrés Manuel comienza siempre con un comentario elogioso hacia el gobernador ahí presente, luego llama al trabajo conjunto de los legisladores de su partido –que son mayoría en varios estados— para decirles con toda claridad: “el único jefe político del estado es el gobernador y todos tienen que actuar siempre con el acuerdo de él”.

El caso más reciente ayer en Hidalgo, donde López Obrador se reunió con el gobernador priista Omar Fayad , los diputados de Morena y el próximo coordinador federal en el estado, Abraham Mendoza, a quienes hizo el llamado a respetar en todo momento la “jefatura política” de Fayad, mientras que en los eventos públicos anunció que los vagones que utilizará el Tren Maya serán construidos en los talleres de Ciudad Sahagún, además de una inversión de más de mil millones de pesos para la refinería de Pemex en Tula.

También en Baja California, donde estuvo el pasado 20 de agosto, López Obrador se vio muy afectuoso con el gobernador del estado, Francisco Kiko Vega, con todo y que el panista no es de lo más popular entre sus gobernados. En presencia de funcionarios estatales y diputados federales de Morena, además del senador Jaime Bonilla, nombrado “superdelegado” en BC, el tabasqueño se dirigió expresamente a Bonilla para decirle frente a todos: “Quiero que respetes al gobernador; la jornada electoral ya terminó”.

Y es que en Baja California es más que evidente el enfrentamiento mediático que sostiene Bonilla en contra del gobernador Vega de Lamadrid , a quien durante la jornada electoral, lo acusó de malos manejos en su administración. Bonilla, que ya es Senador y que a partir de diciembre será el superdelegado del gobierno federal, seguía con su actitud bélica hacia el mandatario como si todavía estuviera en campaña. Por eso el llamado de López Obrador para que su coordinador estatal lleve la fiesta en paz con el gobernador.

Lo mismo en Sinaloa el 17 de septiembre, donde Andrés Manuel dio un espaldarazo abierto al mandatario priista , Quirino Ordaz, a quien igual que a otros mandatarios les hizo un reconocimiento y frente a los diputados morenistas y el coordinador estatal, José Jaime Montes Salas, hizo el mismo llamado a respetar “al único jefe político de Sinaloa” que es el gobernador y a que cualquier decisión o inversión en el estado pase por la consulta del mandatario estatal.

Claro que hasta en los apapachos y los gobernadores hay niveles porque, aunque a todos los mandatarios locales de todos los partidos les ha dado el mismo reconocimiento y apoyo durante su gira nacional, a ninguno de ellos ha ofrecido lo que el domingo pasado, en plena Plaza de la Tres Culturas de Tlatelolco, le prometió a la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum: que el gobierno federal absorberá el gasto de todos los programas sociales de la CDMX, con lo que al gobierno capitalino le quedarían 20 mil millones de pesos liberados para invertir en otros rubros de la ciudad.

Así que, muchos apapachos y anuncios de inversiones en los estados durante su gira nacional, pero mientras muchos gobernadores andan “picando piedra” para ver como obtienen más recursos, a la Jefa de Gobierno Sheinbaum, en la Plaza de las Tres Culturas, 50 años después del 2 de octubre del 68, no le llovieron balas sino millones de pesos. ¿El resto de los gobiernos estatales recibirán el mismo trato en su gasto social o solo la CDMX?

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