Pues sí. Es tan obvio que lo firmaría Perogrullo. ¿Y eso qué? Me dirán algunos. Vamos, lo que quiero decir es que el primer domingo del séptimo mes, no es necesariamente el único destino fatal en la ruta hacia la Presidencia de la República.

A ver: según yo, marzo será decisorio para todo el proceso. Una escala obligada insalvable y sin escapatoria. El mes de las grandes decisiones en tres rubros fundamentales: ajustes de equipos y estrategias; reafirmación de alianzas; y definiciones sobre el factor “voto útil”.

El caso de Andrés Manuel López Obrador, candidato de Morena —lo de “pre” me parece una jalada— es el menos complicado. Es mutuamente leal con su gente, como ocurre con César Yáñez, desde hace más de una década su hombre en comunicación y medios; y alguna influencia tendrán sus recién nombrados Tatiana Clouthier, como coordinadora de Campaña, y Alfonso Romo, estratega y enlace con la Iniciativa Privada.

Así, AMLO buscará sumar al panismo tradicional, incluso con el apoyo de Margarita Zavala a pesar de sus despiadadas rencillas personales con Felipe Calderón que le ganó la Presidencia “haiga sido como haiga sido”. El respaldo de Romo será vital para dialogar con los empresarios y al menos evitar una reedición de aquel “peligro para México”. En el ámbito partidario la suerte está echada y contará con los pocos, pero tal vez decisorios puntitos que le aporten el PT y Encuentro Social. En lo que hace al voto útil, no me parece que tuviera que sumarse a otro a menos que le ocurriera una catástrofe; en todo caso, buscaría jalarse los votos de quien vaya en un tercer —y tal vez lejano— lugar; sean perredistas, panistas o hasta priístas.

Quien no se anda por las ramas en eso de cambiar gente o afectos es Ricardo Anaya del Frente por México, quien en su equipo hará lo que más le convenga sin que le tiemble la mano; tal vez para entonces tenga tiempo de negociar alguna otra alianza como la que acaba de consumar con la candidatura poblana de la esposa de su ex rival Moreno Valle. No más. Pero en el caso de rezagarse a un tercer lugar puede convertirse en el gran decisor si es que el proceso se polariza entre PRI-Meade y Morena-AMLO. Con el Revolucionario, impensable; en cambio, a los morenos les podría vender un capital político que les garantice el triunfo.

Sin duda el que la tiene más peliaguda es José Antonio Meade, el candidato del PRI, por un montón de razones que comienzan con un equipo de campaña que no sabe de campañas. Donde no están aquellos colmilludos estrategas tricolores porque no han sido llamados o no han acudido a apoyarlo. Tal vez porque el propio Meade no ha podido amalgamar en su torno a todos los priístas resentidos porque su candidato no es uno de ellos. Así que tiene el complicadísimo reto no sólo de que lo reconozcan, sino de asumirse como un líder ciudadano y vigoroso del partido.

En cuanto a alianzas, las político-partidistas con Verde y Panal no son menospreciables. Sin embargo, no bastan. Meade tiene que ajustar equipo y estrategias, a lo mejor desde el cambio de nombre de batalla y de discurso para poder sumar nuevos aliados.

Yo no creo que sea el momento de diagnosticar que “no levanta” y ha de haber relevo. Apenas llevamos un mes. El problema para José Antonio es que marzo se acerca rápidamente.

Periodista.
ddn_rocha@hotmail.com

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