Para desternillarse de risa, si no fuera tan escalofriante, es la facilidad con que todos los políticos declaran obviedades para justificar lo injustificable. “Es un caso de negligencia”, dijo el jefe de gobierno sustituto de la CDMX, José Ramón Amieva luego de que se derrumbaran ayer 750 metros cuadrados de construcción de la modernísima y exclusiva plaza comercial Artz Pedregal, apenas inaugurada en marzo pasado por el exmandatario capitalino y ahora senador electo Miguel Ángel Mancera.

Pues qué otra cosa podría ser si negligencia es descuido y desaplicación, faltas ambas que pululan en la más absoluta impunidad y navegan con vientos siempre favorables en el mar de corrupción que por años han mostrado las autoridades capitalinas y delegacionales, los grandes inversionistas y los desarrolladores inmobiliarios, en éste y ya innumerables casos.

La película ya la vimos en los terremotos de 1985 y de 2017: sin menoscabo de la fuerza de su sismicidad, pero colapsaron construcciones porque se cambió el uso de suelo, se autorizaron proyectos mal hechos o se usaron materiales baratos, siempre con el incentivo de las “mordidas” o, peor aún, haciendo sociedades para enriquecerse en negocios redondos que, como éste, proliferan al compás del consumo desmedido y empeoran la fragilidad del fango del subsuelo capitalino, con absoluto desprecio a la vida y propiedades de la gente.

En el derrumbe de esa parte de la también llamada Antara del Sur (recuérdese que hay una en Polanco a la que se le puso tal nombre para significarla como el corazón de esa zona, pues eso significa antara en aborigen australiano), hay responsabilidades políticas, técnicas y penales.

Las primeras recaen en las autoridades. Este proyecto se concibió en 2014. Tocó al gobierno de Miguel Ángel Mancera autorizar el uso de suelo. Hasta el 20 de noviembre de aquel año el secretario de Desarrollo y Vivienda (Seduvi) era Simón Neuman Landezón, sustituido después por Felipe de Jesús Gutiérrez. A uno de ellos dos, si no es que ambos, tocó firmar los permisos relacionados con el uso de suelo.

La autorización del proyecto y de la obra correspondió a la Delegación Álvaro Obregón. Si nos atenemos a que el permiso otorgado fue expedido el 22 de noviembre de 2016 con vigencia hasta el 21 de noviembre de 2019, de acuerdo con un expediente de la Procuraduría Ambiental capitalina fechado el 30 de abril de este año, tocó firmarlo a la actual delegada, la perredista María Antonieta Hidalgo.

Las responsabilidades técnicas recaen en los desarrolladores del proyecto “Sordo Madaleno Arquitectos” (los mismos que construyeron Antara de Polanco) y en el autor de la ingeniería estructural que es el Grupo Rioboó, de José María Rioboó, señalado por Ricardo Anaya, en el tercer debate de candidatos presidenciales, como el “constructor favorito de López Obrador”.

La penal, (aunque milagrosamente no hubo muertos porque tres horas antes del colapso un fuerte crujido advirtió y permitió el desalojo de quienes estaban en la plaza), tocará determinarla a un juez.

Consultados con los videos disponibles del derrumbe y la información conocida hasta el momento, tres destacados ingenieros de la UNAM hacen algunas conjeturas que podrían ser orientadoras. Lo que se derrumbó fue una estructura volada que llaman cantiliver. Su sustentación mucho depende de lo bien afincado que quede su soporte en el suelo. Si éste es firme y parejo demanda un diseño estructural menos complejo. Si no lo es, demanda mayores complejidades. Si colapsa una de esas estructuras de sustentación, las demás caen en efecto dominó. Por la forma en que cayó, según se aprecia en los videos, el cantiliver se fue hacia adelante. Según los ingenieros eso revela que no se trata de un problema de diseño ni de la ingeniería estructural. Sugiere, más bien, un asunto de mecánica de suelos, un asentamiento diferencial. Hay varias evidencias -aseguran- de que ese suelo tiene asentamientos, ya que por ahí han pasado vasos reguladores de la presa Anzaldo, tiene muchos rellenos y parte de las lavas del Pedregal. Por eso conjeturan: el problema se dio en la interacción suelo-estructura. Ya lo dictaminarán los peritos del Instituto de Seguridad de las Construcciones de la CDMX.

Por lo pronto empezó el reparto de culpas con intenciones políticas. Rioboó y su vínculo con AMLO volvió al centro de la escena, igual que Mancera y su relación con “Sordo-Madaleno”. Y a este último poco ayudó que el representante de Artz Pedregal que salió a dar la cara, sea Oscar Kaufman, quien trabajó durante un tiempo como vocero del exjefe de gobierno de la ciudad de México.

Mientras, parece seguir ese afán de derrumbar la ciudad con cada vez más desarrollos inmobiliarios, los más, por cierto, en las delegaciones Álvaro Obregón y Benito Juárez.

Y lo que se pretenden corazones de zonas de alta plusvalía, como Antara Polanco y Antara del Sur, sí lo son, pero infartados.

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