Andrés Manuel López Obrador olfateó el peligro. Lo vio venir en perspectiva. Consciente de que su último intento por ser presidente de México no le ofrece ninguna garantía, se protegió y asestó el golpe. Sin el menor escrúpulo, victimó a Ricardo Monreal Ávila en lo que será una de sus más viles, vulgares e impúdicas traiciones.

En una deleznable lección de lo que es su moral política, el dueño de Morena ordenó a sus subordinados una encuesta fantasma, torcida, manipulada, en la que Claudia Sheinbaum fue ubicada como la aspirante a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México con mayor intención en la preferencia del voto.

López Obrador no tuvo ojos ni oídos para el delegado en Cuauhtémoc, quien legítimamente demandó una nueva encuesta, confiado en que podría ganar sobre el antecedente de que una veintena previa de sondeos lo dieron como potencial ganador.

De haberse reflejado este hecho en el levantamiento final para decidir quién se convertiría prácticamente en el precandidato de Morena, la lógica dice que el ex gobernador de Zacatecas habría reafirmado sus expectativas, con lo que empezaría, de la forma más natural, su carrera hacia la Presidencia de la República en 2024.

Con una visibilidad permanente, haciendo obras por doquier, generando consenso cada día, se convertiría en el actor más poderoso, influyente y presente en la capital y en el resto del país.

Y si asumimos que López Obrador llegase a Los Pinos por impulso propio y el de Monreal, que hubiese podido ser definitorio en su tercera intentona por satisfacer sus ambiciones, es evidente que le haría sombra, lo opacaría esgrimiendo los inmensos recursos de todo tipo que le ofrecería para ello el gobierno local.

La mediocridad nunca consciente de la cercanía de la competencia. La rehúye por temor, pequeñez, baja autoestima. La considera una amenaza de desplazamiento en cualquier momento. Es una actitud propia de cobardes, de esos que ven peligro en todos lados. En cualquier persona, incluso sin fundamentos. Viven en un estado de psicosis. Y López Obrador no sólo tuvo miedo de Monreal, ¡tuvo pavor!

Calculador, frío, huérfano de valores y de ética, visualizó el escenario de eventualmente “ser el primero” en el desempeño de un papel secundario. Su egoísmo y su arrogancia no podían permitírselo. Y sin el menor rubor, optó por la vileza y la canallada, sin importar la lealtad que en los años y momentos más difíciles tuvo del hombre al que no pudo dejar de ver con celo, con temor y con envidia.

Además, sabe que pese a haber hecho tanto para buscar por última vez la primera magistratura, no la tiene fácil ni segura. La forma en que camina el proceso de la sucesión presidencial puede cambiar radicalmente en cualquier momento, máxime cuando salten a la arena los candidatos de todos los partidos.

Y en la nada improbable situación de que pierda, se quedará con la franquicia de Morena. Con ese membrete, en perspectiva de heredarlo a su hijo José Ramón, se mantendría indirectamente en la política, aun cuando haya dicho que, de no ganar, se irá a su finca de “descanso” en Tabasco.

En la situación y perspectiva en la que se halla AMLO ahora, su juego es uno: ganar, ganar. Primero, la Presidencia, de la que no quita el ojo, y en el último de los casos, reafirmarse como el todopoderoso en su partido, con cuyos ingresos legales podría tener una jubilación dorada.

Además, con toda certeza, empezaría a ubicar y proyectar a su descendencia en los cargos más lucrativos. Y hasta empezaría a “soñar” con que si él no pudo conquistar el cargo de máxima responsabilidad política en el país, le heredaría el negocio a su “cachorro”.

No obstante, Ricardo Monreal Ávila podría estar en perspectiva de ganar habiendo “perdido”. Con sus cualidades y capacidades es una espléndida carta, altamente ganadora, en cualquier nivel de competencia que se encuentre y con cualquier partido.

Si el Frente que están construyendo PAN, PRD y MC lo postula como su candidato, una vez que formalice su salida de Morena, como parece tan inevitable como inminente, les daría la victoria sin ningún problema y, sin la CDMX, AMLO sería reducido a casi nada.

En ese escenario, el ex senador y ex diputado empezaría a transitar por otra vía hacia el cenit del poder dentro de 6 años, la que, al parecer, sólo por ahora, le ha sido vedada por AMLO.

Una posibilidad más para el zacatecano es su posible regreso al PRI, por desconcertante que parezca y por insólito que pueda ser. Como su posible candidato en la CDMX, no sólo ganaría la Jefatura, sino que abonaría a la recreación del PRI en el poder presidencial.

Con toda la complejidad de la situación que vive México y el enrarecimiento del ambiente político que inexorablemente irá in crescendo, si algún político tiene una miríada de alternativas, es Ricardo Monreal Ávila.


SOTTO VOCE… Muchas veces la competencia desleal no sólo se da en el ámbito nacional, sino que trasciende las fronteras y corporaciones multinacionales buscan dañar a empresas mexicanas. Empero, un ejemplo de justicia está en que la Contraloría General de Cuentas de Guatemala dictaminó que el proceso de contratación y adjudicación del contrato a la empresa Droguería PISA, para los servicios de Diálisis Peritoneal Ambulatoria para pacientes del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, fue realizado de acuerdo a la ley y que no existió ninguna anomalía, como se quiere hacer creer.

omeluniversal@gmail.com
@mariobeteta

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