En nombre de la democracia, en México está emergiendo un fenómeno cuya cabeza apenas asoma con la fiebre del independentismo político que al día de hoy cuenta ya con más de 30 aspirantes en ese status para competir por la Presidencia, y a 160 que buscan una curul o un escaño. Pero, amenazadoramente, esos números todavía no se cierran.

La explosión “democrática” que vive el país, está justificada. Obedece a la permanencia del PRI en el poder por 70 años en su primera etapa, al encumbramiento del PAN en el 2000 por 12 años, al regreso al poder del otrora partido casi único-hegemónico-mayoritario-opositor, y como síntesis de este periodo histórico, a la decepción de la población por la falta de respuestas a sus necesidades.

El desánimo social derivado de la ineficacia gubernativa-partidista, llevó al electorado a encumbrar candidatos de otros partidos. Creyó en la izquierda, centralmente en el PRD, pero al cabo de dos décadas vio también cómo le falló. Volteó hacia las alianzas, que se le ofrecieron como la salvación, y sufrió una nueva decepción.

En los últimos años, políticos de todas las organizaciones botaron su ideología y sus principios; pisotearon la ética y se unieron en distintas modalidades para actuar, todos, mirando a un fin tan ostensible como deleznable: apropiarse del poder público para obtener el mayor beneficio personal-grupal, a costa del sacrificio de la población.

Ésta se quedó sin alternativas. Se le acabó la pista de los partidos como posibilidad de apelar a ellos como mediadores de solución a sus problemas. Fue traicionada por todos en alguna medida. Y tomó la ruta de las candidaturas independientes.

Éstas, tuvieron su máxima expresión en Nuevo León, donde un priísta renegado, se postuló por esa vía a la gubernatura y arrasó. La expresión de la esperanza colectiva por un verdadero cambio, fue masiva. Pero ese recóndito deseo por tener mejores gobernantes, trocó en frustración, rabia y más hartazgo.

Sin el menor escrúpulo, porque sin duda se sabe repudiado, despreciado y odiado, “El Manso” formalizó ya sus ambiciones presidenciales creyendo que la fórmula que le valió para convertirse en gobernador volverá a funcionarle. Lo previsible es que salga con un frentazo.

Su vergonzoso caso, empero, no ha sido óbice para que muchos ciudadanos crean que, de acceder al poder por la vía independiente a un cargo electivo, pueden atender las grandes exigencias de los mexicanos. En principio, con magnanimidad, se puede conceder que eso es lo que buscan.

Sin embargo, hay muchas dudas y no pocos posibles inconvenientes sobre los que es necesario reflexionar en el escenario de que accedan a las magistraturas que persiguen.

Salvando al posible presidente “independiente” de la República, al Jefe de Gobierno de CDMX y a los gobernadores, quienes podrían decir que gobernarán “para todos”, lo que es un puro decir, en el Congreso, donde se diseña y construye el andamiaje legal sobre el que funciona el país, surgirían problemas no considerados.

Por ejemplo, ¿cómo se van a distribuir las senadurías y las diputaciones de representación proporcional, legalmente normadas, junto a las potencialmente “independientes”, que las hay?

¿Cómo actuarán los posibles representantes independientes? ¿Sobre qué ideología harán su trabajo legislativo? ¿Qué viabilidad tendrían sus iniciativas? ¿Qué principios defenderían? Esta tarea, se prevé reducida al debate que, aun cuando lo ganaran, no podrían imponerlo a la tiranía de la mayoría, integrada por los partidos formales.

Las redes sociales, esencial para quienes desean convertirse en representantes populares, adecuadamente manejadas pueden, en efecto, hacer candidatos independientes a algunos, sobre todo ayudándolos a reunir el número de firmas que necesitan para alcanzar su registro.

Pero salvado ese obstáculo, vendrán otros que no han visualizado. Si como “independientes” van a representar únicamente a quienes los lleven al puesto que quieren, no servirá de nada. Las leyes se hacen para todos y no tendrán ninguna oportunidad, ni juntos, de hacer que se apruebe lo que propongan.

Así, el estallido democrático que vive el país con el independentismo, no apunta a ser más que la valcanización de la democracia, que terminará en uno de sus principales lastres para México, que es el del asociacionismo partidista para seguir actuando en contra el ciudadano.

Sotto Voce… Cada vez con más frecuencia, casi enfermizamente, Juan Pablo Castañón muestra su protagonismo y ansia de reflectores con sus declaraciones, inútiles y demagógicas como siempre, para tratar de lucirse y exhibirse como “representante” de la clase empresarial de este país. Dentro de sus impertinencias está la filtración de fake news sobre el probable desenlace negativo del TLCAN. Pero será todo lo contrario. Por algo ya le dicen el “edecán”. Pues sólo asiste a los actos públicos para lucirse. No obstante, su desesperación por hacerse notar, pasa desapercibida… Sin alardes, pero con una gran determinación y eficacia políticas, el gobernador de Tamaulipas, Francisco Javier García Cabeza de Vaca, abona a restaurar el estado de Derecho con los procesos que se siguen a sus antecesores, Tomás Yarrington, detenido en Europa y reclamado por la justicia de Estados Unidos, y Eugenio Hernández, a quien ayer se decretó formal prisión por peculado y operaciones con recursos de procedencia ilícita.

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