Aristóteles Núñez fue uno de los funcionarios públicos más respetados y eficientes del gobierno federal. Durante su gestión como jefe del Servicio de Administración Tributaria —de diciembre del 2012 a septiembre del 2016— no sólo aumentó la recaudación, sino que mostró su mano dura: combatió hasta donde pudo la corrupción, investigó a los poderosos exhibidos en los Panama Papers y persiguió a los evasores de impuestos.

Todo iba viento en popa hasta que chocó con pared, cinco meses después de iniciadas las investigaciones a los mexicanos que salieron a relucir en los llamados Papeles de Panamá, entre ellos el ex director general de Pemex Emilio Lozoya, a menudo relacionado con los paraísos fiscales. Su salida del SAT coincidió con la renuncia de Luis Videgaray —su padrino— a Hacienda por haber sido el artífice de la invitación de Donald Trump a México.

Su conocimiento técnico y la facilidad para explicar asuntos fiscales y financieros lo catapultaron a los medios de comunicación. Se convirtió en analista recurrente de programas de radio y periódicos. Su talante crítico e incisivo, sin embargo, lo hizo volver a chocar con la misma pared: la del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto.

El error del ex fiscal de hierro fue atacar airadamente al secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, por el socavón que cobró la vida de dos personas en la carretera México-Cuernavaca. Núñez tuvo que decir adiós a sus redes sociales y a las participaciones que tenía en los medios de comunicación. Despareció de la escena pública por consejo de su amigo y mentor Luis Videgaray, a quien conoció en el Estado de México, cuando se desempeñó como director de Recaudación en la Secretaría de Finanzas y luego como subsecretario de Ingresos.

¿Qué hizo después? Fundó una empresa que ofrece servicios de asesoría sobre cómo hacer más rentable y seguro un proceso, usando tecnología. Un ejemplo de lo que puede hacer su startup es la factura electrónica, implementada durante su gestión al frente del SAT, la cual revolucionó el proceso tributario para más de 15 millones de usuarios en Mexico.

La historia de Aristóteles Núñez viene a cuento porque reapareció en los medios tras el pleito entre el gobierno de Chihuahua y Hacienda por 700 millones de pesos. Fiel a su amigo —como califica a Meade—, criticó la politización del tema por parte del gobernador Javier Corral, pero también, fiel a su estilo, reconoció que se esté combatiendo la corrupción.

Platiqué con Aristóteles al respecto y su primera crítica fue al mecanismo utilizado para entregar estas partidas extraordinarias a los estados, las cuales, como bien lo reconoció el secretario de Hacienda, José Antonio González Anaya, no se otorgan conforme a la ley, sino con base en negociaciones y la disponibilidad del presupuesto.

Dichos convenios, pues, son mero intercambio de favores políticos, como la aprobación y cabildeo de leyes, la compra de votos y sirven también como estrategia de presión. Es muy probable que haya sido el caso del gobierno de Chihuahua, quien tiene preso a Alejandro Gutiérrez, ex funcionario del PRI nacional y operador político de Manlio Fabio Beltrones, y quiere hacer lo mismo con César Duarte.

Sin embargo, estas prácticas se han llevado a cabo durante los sexenios priístas y panistas por igual y los gobernadores, de todos los colores —incluidos los del PAN y Morena—, lo han consentido y han sido parte del juego. Si realmente quisieran ser transparentes, estas partidas extraordinarias deberían de tratarse como aportaciones federales, para que los recursos vayan etiquetados y puedan ser fiscalizados.

Pero mientras son peras o son manzanas, es un hecho que los 700 millones que pidió Javier Corral ya no se los van a dar, debido a que correspondieron al presupuesto de egresos del 2017. En todo caso, podrá negociarlos este año, pero después de las comicios, pues es entre los meses de octubre y noviembre cuando los gobernadores van a “formarse” a Hacienda en busca de dichas partidas.

Así que si Chihuahua tiene un hueco en sus finanzas y espera resarcirlo con los 700 millones que fue a pedirle a Hacienda, tendrá que buscar otra forma de financiarlos.

En tanto, Aristóteles Núñez no planea regresar a la administración pública ni incorporarse a la campaña de José Antonio Meade. No me lo dijo, pero aunque su talento e integridad como funcionario público lo hacen un activo valioso para el PRI, es demasiado honesto y autocrítico.

Posdata. Y pese a todo, dice que va a votar por su entrañable amigo José Antonio Meade. ¡Plop! Twitter: @MarioMal Correo: mario.maldonado.padilla@gmail.com

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