Andrés Manuel López Obrador (AMLO) está jugando con fuego. Su discurso postelectoral moderado cambió radicalmente el fin de semana, cuando expresó que el país está en bancarrota y culpó al Banco de México (Banxico) de los desequilibrios económicos que pudieran presentarse en su administración.

Detrás de la declaración de “bancarrota” hay un profundo desconocimiento de la situación económica y financiera actual de país y una contradicción a lo que dijo hace un par de semanas sobre que el gobierno de Enrique Peña Nieto no le dejará una “crisis financiera”. Pero sus palabras, como un boomerang, podrían comenzar a generar desconfianza entre los inversionistas y su sexenio podría derivar en todo menos en una cuarta transformación.

Los mercados, como lo dijo este lunes el empresario Claudio X. González, no reaccionaron negativamente a las declaraciones del presidente electo, porque el país tiene un grado de inversión otorgado por calificadoras de valores como Moody’s, Standard and Poor’s y Fitch Ratings, e instituciones sólidas como el Banco de México.

Por eso son tan delicadas las declaraciones del tabasqueño en torno al banco central. El jueves pasado, el gobernador Alejandro Díaz de León se reunió con Andrés Manuel López Obrador en su casa de transición. Hablaron de las perspectivas de crecimiento del país. “Fue una plática sobre la coyuntura y un acercamiento muy productivo; estamos atentos a identificar toda la agenda de trabajo”, dijo el titular del Banxico.

La realidad es que el encuentro, cuentan fuentes del banco central, no fue del todo amigable. Prueba de ello fueron las declaraciones del presidente electo en contra del Banxico tres días después.

Díaz de León le recordó a AMLO, palabras más, palabras menos, lo que se publicó en las minutas de la reunión de política monetaria del 2 de agosto, en las cuales la Junta de Gobierno manifestó que “la falta de detalles en los planes y programas de la administración entrante genera incertidumbre en la demanda interna para la segunda mitad de 2018 y en 2019”.

También que la Junta de Gobierno del banco central ajustará la política monetaria “de forma oportuna y firme” si se confirman riesgos al alza como los precios de energéticos y por el aumento del salario mínimo, el cual AMLO pretende duplicar en la frontera norte tan pronto tome protesta y gradualmente durante su sexenio en el resto del país.

Todo esto puso frenético a Andrés Manuel López Obrador, pues una política monetaria restrictiva frenaría el crecimiento económico que prometió durante su campaña.

Otra señal preocupante fue la ausencia del próximo secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, durante la reunión con el gobernador del Banco de México. Sobre todo porque él presidirá la Comisión de Cambios, responsable de la política cambiaria en México.

Andrés Manuel López Obrador ve a Díaz de León y a otros integrantes de la Junta de Gobierno como “tecnócratas” que pretenden continuar el modelo neoliberal de las últimas tres décadas. El gobernador del banco central es muy cercano a Luis Videgaray y a José Antonio Meade, aunque eso no quiere decir que han tenido injerencia en sus decisiones dentro del instituto.

Urzúa dijo en junio pasado, en una entrevista con Reuters, que Díaz de León ha sido un buen gobernador del Banxico. “No solo en términos de política monetaria, sino también en términos de (ser) administrador del banco central”, señaló.

No obstante, también dijo que hace falta “sangre nueva” en la institución. El futuro subsecretario de Egresos, Gerardo Esquivel, tiene la misma idea, y algo más: considera que deberían ampliarse las atribuciones del Banxico en los ámbitos del crecimiento económico y el empleo, como ocurre con la Reserva Federal en Estados Unidos. Para ello se tendría que reformar su Ley Orgánica. La pregunta es si AMLO se animará a hacerlo, y a qué costo.

Posdata

. El 31 de diciembre terminará el periodo de ocho años de uno de los cinco miembros de la Junta de Gobierno de Banxico: Manuel Ramos Francia . ¿Quién lo va a sustituir? AMLO podría mandar una señal de confianza a los mercados y proponer a un perfil “técnico que sepa mucho de política monetaria y que sea muy conocido en los mercados internacionales”, como lo reconoció en junio el propio Carlos Urzúa. También hay un economista egresado de la UNAM y de El Colegio de México, de quien Esquivel fue asesor y profesor. Se llama Juan Carlos Sánchez Mayoral y su tesis de maestría, que asesoró el próximo subsecretario de Egresos, se titula Política monetaria óptima y objetivos de inflación en México . No lo descarte, aunque no cumple con el perfil que describió Urzúa.

Twitter: @MarioMal Correo: mario.maldonado.padilla@gmail.com

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