Tras dos intentos infructuosos de buscar la Presidencia de México —y estar muy cerca de conseguirla—, pocos inversionistas y mexicanos de las clases medias–altas temen realmente que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) conduzca al país hacia una debacle económica. Cuatro factores tienen que ver con ese cambio de pensamiento: la moderación de su discurso antisistema, la tregua con empresarios (principalmente propietarios de medios de comunicación), la pulverización del Poder Legislativo y la presentación de su Proyecto de Nación en el cual se incluyen los ejes de su política económica.

Sobre este último factor vamos a elaborar hoy, así como lo hicimos ayer con el candidato de la coalición PRI–PVEM–Panal, José Antonio Meade, quien tiene el apoyo de buena parte de las cúpulas empresariales del país por la continuidad que dará al proyecto económico de los últimos dos sexenios y porque garantiza el estatus quo: los ricos mantendrán sus privilegios y los políticos y líderes sindicales poderosos seguirán siendo intocables.

Vale la pena comenzar diciendo que AMLO es el único precandidato que tiene una propuesta clara y detallada sobre los ejes que guiarán su política económica. Meade no se ha preocupado más que por hablar de continuidad, consolidación de las reformas estructurales, igualdad y mayor crecimiento económico. En tanto que el precandidato de la coalición PAN–PRD–MC, Ricardo Anaya —de quien vamos a hablar el viernes—, apenas ha dado visos de lo que planea hacer en materia económica si se convierte en Presidente de México. Su propuesta más visible hasta ahora tiene que ver con el ingreso básico universal para reducir la pobreza y la desigualdad.

De la mano de los empresarios Alfonso Romo y Adrián Rodríguez Macedo, sus dos principales asesores en materia económica, así como de especialistas en política, gobierno, educación, ciencia, cultura y desarrollo social, AMLO elaboró su denominado Proyecto 18, el cual recoge y analiza buena parte de las propuestas contenidas en su libro La Salida 2018.

Varios de los puntos expuestos en el documento de más de 500 páginas son relevantes de cara al 2019, cuando México tendrá que lidiar con un nuevo tratado comercial norteamericano y deberá proponer una reforma fiscal para hacer frente a la que se aprobó recientemente en Estados Unidos, impulsada por el presidente Donald Trump, la cual podría generar incertidumbre para los inversionistas y empresarios asentados en el país.

Con respecto al sistema tributario, el Proyecto de Nación de AMLO propone una “verdadera reforma fiscal“ cuyo eje central sea la reducción y reasignación del gasto público corriente y no el aumento de las tasas impositivas ni la creación de nuevos impuestos. Es decir que la propuesta de generalizar el IVA es imposible que suceda si el fundador de Morena se convierte en Presidente, no porque no sea viable sino por impopular.

Lo que no queda claro es si, como lo hizo Trump en Estados Unidos para ganar la simpatía de sus votantes y beneficiar a los empresarios y las clases altas, AMLO planea hacer un recorte de impuestos, por ejemplo al ISR, lo cual podría compensar con las rebajas al gasto público corriente, aunque tampoco está cuantificado cuánto se ahorraría con ello. “Vamos a mejorar el nivel de vida de los mexicanos sin incrementar la deuda pública“ dice Romo.

Otra prioridad del Proyecto de Nación de AMLO es “mejorar el nivel de vida y elevar los salarios promedio de los trabajadores en todos los sectores de la economía a través de una política industrial y sectorial transversal en donde se cree un mar de oportunidades y un terreno propicio para buscar nuevas fuentes de riqueza“. No parece que vaya a intentar aumentar considerablemente el salario mínimo (porque sería un balazo en el pie), sino hacerlo mediante el aumento de la productividad. Y aunque no se explica a detalle cómo va a generarse ese cambio, Alfonso Romo considera que se logrará incentivando la inversión en nuevas tecnologías y así convertir a México “en el paraíso de la inversión, del empleo y la innovación mexicana“.

Con respecto a la diversificación del comercio exterior y la relación con Estados Unidos y Canadá, AMLO propone la creación de un programa de ayuda a las empresas para incrementar sus exportaciones y abrirse a nuevos mercados. Los apoyos vendrán de las delegaciones en el extranjero de la Secretaría de Relaciones Exteriores y de Proméxico, algo no muy novedoso pues es lo que se viene haciendo desde hace varios años.

En cuanto a la integración de la región norteamericana propone la incorporación de contenido regional en los productos importados por los tres estos países. Este es uno de los temas torales de la renegociación del TLCAN, el cual ha generado los mayores desencuentros entre los negociadores y ha puesto a industrias como la automotriz en pie de guerra.

En lo que tiene que ver con el tema de infraestructura, AMLO pretende echar abajo el proyecto del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México y establecer un fondo mixto de inversión pública y privada para detonar proyectos, lo cual, según sus cálculos, se traduciría en 25 a 30 obras de alto impacto para el sexenio 2018–2024.

Este es, a grandes rasgos, el panorama económico que le depararía al país con Andrés Manuel López Obrador como Presidente.
La mayoría de las propuestas suenan viables, pero difíciles de ejecutar. Será un reto enorme y costoso que, por lo pronto, muchos empresarios ni mexicanos quisieran asumir, aunque podría significar el camino
hacia un modelo económico más incluyente y justo.

Twitter: @MarioMal Correo: mario.maldonado.padilla@gmail.com

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses