Andrés Manuel López Obrador

no dejó espacio a la duda: viene un cambio del modelo económico que desde hace 36 años ha regido al país. “La economía neoliberal ha sido un desastre, una calamidad para la vida pública del país”, pronunció el nuevo presidente de la República ante legisladores, jefes de Estado y líderes mundiales; en el estrado, a un par de metros de distancia, el presidente saliente Enrique Peña Nieto no disimulaba su incomodidad: su semblante estaba descompuesto, gesticulaba constantemente, hacía anotaciones, se llevaba las manos a la frente, se limpiaba el sudor, miraba nervioso hacia todos los rincones del Palacio Legislativo de San Lázaro y, ante la lluvia de embates, en su desesperación, le murmuró a Martí Batres algo así como que varias cosas no “eran ciertas” o eran imprecisas. El presidente del Senado, sonriente durante buena parte del discurso, lo ignoró.

Fue casi a mitad del discurso de López Obrador, quien en la efervescencia de los reclamos y la crítica a los gobiernos anteriores, mencionó que durante las administraciones de Vicente Fox y Felipe Calderón la deuda pública pasó de 1.7 billones de pesos a 5.2 billones, pero actualmente es de !10 billones! (pedrada de la cual ex secretario de Hacienda Luis Videgaray debió haber acusado recibo). “Nada más para pagar el servicio de esa enorme deuda tenemos que destinar del presupuesto del próximo año alrededor de 800 mil millones de pesos”, ahondó AMLO.

Ya entonces el presidente que tomaba protesta había mencionado 14 veces (de un total de 16) la palabra neoliberal para ejemplificar el desastre económico de las últimas seis administraciones federales. “No se trata de un asunto retórico o propagandístico: la crisis de México se originó no solo por el fracaso del modelo económico neoliberal aplicado en los últimos 36 años, sino también por el predomino en este periodo de la más inmunda corrupción pública y privada”, expresó.

Enfundado en un traje negro, corbata guinda y la banda presidencial que le cedió Peña Nieto, López Obrador fue endureciendo cada vez más su tono y su semblante. “Nada ha dañado más a México que la deshonestidad de los gobernantes y de la pequeña minoría que ha lucrado con el influyentismo… Esa es la causa principal de la desigualdad económica y social y también de la inseguridad y de la violencia que padecemos”.

Uno de los puntos más álgidos del discurso del nuevo presidente de México fue cuando aseguró que el distintivo del neoliberalismo es la corrupción. “Suena fuerte, pero privatización ha sido en México sinónimo de corrupción… En el periodo neoliberal la corrupción se convirtió en la principal función del poder político”, asestó.

AMLO lleva años criticando lo que llama la tecnocracia neoliberal, pero el discurso de su toma de protesta no deja lugar a dudas sobre que el ajuste al modelo económico es una realidad. En columnas pasadas hemos hablado de uno de los gurús económicos del nuevo gobierno, Dani Rodrik, quien en sus postulados llama a privilegiar la democracia participativa (consultas públicas, referéndums…) y la autodeterminación del Estado (nacionalismo) sobre la hiperglobalización (libre mercado, comercio internacional y una incidencia preponderante de los mercados financieros en la economía).

Es tanta la aversión que tiene López Obrador al modelo económico neoliberal que cambiarlo es una de sus principales prioridades, incluso por encima de perseguir a quienes asegura han sido corruptos y a quienes volvió a tildar de ser una ‘minoría rapaz’. “En las actuales circunstancias es más severa y eficaz la condena al régimen neoliberal, dejar en claro su manifiesto fracaso y su evidente corrupción y hacer todo lo que podamos para abolir este régimen, que someter a procesos judiciales o a juicios sumarios a sus personeros, quienes a fin de cuentas no dejan de ser menores ante la esperanza de todo el pueblo y la fortaleza de una nación como la nuestra”.

Así que no hay mensaje más claro para los mercados, los empresarios y los inversionistas: “El Estado se ocupará de disminuir las desigualdades sociales. No se seguirá desplazando a la justicia social de la agenda de gobierno; no se condenará a quienes nacen pobres a morir pobres. Todos los seres humanos tienen el derecho a vivir y ser felices. Es inhumano utilizar al gobierno para defender intereses particulares y desvanecerlo cuando se trata de proteger el beneficio de las mayorías. No es lícito, no es jugar limpio defender la facultad del Estado para rescatar instituciones financieras en quiebra y considerarlo una carga cuando se busca promover el bienestar de los más necesitados”.

Por el bien de todos, recalcó AMLO , primero los pobres. “Nuestra consigna de siempre es, a partir de hoy, principio de gobierno”.

Ahora sí, los mercados deben tener claro cuáles serán los principales fundamentos que regirán las políticas económicas del nuevo gobierno. Los efectos de estos cambios aún están por verse. Nada nos asegura que a México le irá mejor; de lo único que sí tenemos certeza es de que el modelo económico –con todo lo que eso significa–, va a cambiar.

@MarioMal

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