¿No siente usted una suerte de vértigo ahora que ha pasado todo? Como cuando un ruido aplastante impera, lo ocupa todo hasta detenerse de súbito y para dejar en su lugar un silencio raro, casi como un zumbido. No más campañas, no más discusiones de dónde hay más ladrones, más ineptos, más mentiras. ¿Cómo era la vida antes de esta temporada de elecciones y Mundial en Rusia?

Aprovechemos -propongo- ese silencio y no demos pie a sufrir el síndrome de Estocolmo que nos lleve a echar en falta todas esas lonas físicas y virtuales junto con las canciones de propaganda -las malas y las absolutamente peores. Pensemos qué sigue. Porque usted y yo somos más inteligentes como para creer que habrá que esperar a diciembre como quien está haciendo fila para subir a un primera clase y llegar a un futuro paradisiaco. No somos tan ingenuos como para pensar que México por sí solo va a resolver esos problemas que nos tienen tan hartos y tan asustados sólo con un nuevo poder ejecutivo. ¿Verdad que no lo somos?

Aunque tengamos esa certeza, lo que puede que no nos quede tan claro es esta resaca de la representación más potente de la democracia . Nos toca ahora despertarnos a ese lunes que anuncia una semana entera. Y mire, que no es cualquier lunes. El mundo está haciendo aguas a babor y a estribor. Tenemos un tratado de libre comercio atravesado en la garganta y la violencia no parece hacer tregua ni siquiera con la jornada electoral encima.

En ningún sentido estoy justificando a nadie. Por el contrario. Habrá que reconocer nosotros mismos los márgenes de estos sueños colectivos. Temo que la realidad acabe matizando con tanta fuerza todo que no sepamos distinguir cambios significativos o superfluos, para bien y para mal. Si bien es cierto que el escenario actual sienta una vara relativamente baja, ¿con cuál vamos a medir nosotros y a quién o quiénes? ¿No sería sensato medirnos a nosotros mismos marcando nuestra estatura en la pared con el lápiz de la corresponsabilidad?

Claro que transitar de entender la democracia como elegir presidente y congreso a pensarla como un ejercicio continuo de participación, información y exigencia puede resultar abrumador. De ahí que celebre yo esfuerzos como el de Emilio Lezama, Diego Luna, Julieta Venegas, Carlos Cuarón, Gael García y Natalia Lafourcade, entre otros impulsores de El Día Después . Se trata de un manifiesto para que construyamos, no sólo gobernantes y burócratas, artistas y académicos, sino verdaderamente todos, una ciudadanía bien entendida.

La iniciativa traza doce principios que pueden ayudarnos como una brújula, como una hoja de ruta para que pasemos de una jornada histórica democrática a un sexenio de diálogo e intercambio de ideas y responsabilidades para resolver los sendos problemas públicos de México. Lo invito a asomarse a eldiadepues.mx para no caer, nuevamente, en esas consignas huecas del tipo “dejemos de tirar basura y de dar mordida” y estemos a la altura del gobierno que exigimos. Claro que no es el único esfuerzo en este sentido, y es muy grato que haya otras voces en direcciones similares.

Me pone contento renovar la esperanza en los comicios limpios, en la juventud mexicana, en nuestra capacidad infinita de soñar con hacernos un mejor lugar. Saquemos el mejor mezcal para celebrarnos como un país que sobrevivió a estas mortíferas campañas y eligió con la mayor madurez posible a sus representantes. Qué maravilla formarse en una casilla operada magistralmente por Millennials y las generaciones que los precedieron. Merecen todo mi respeto por dar la nota de que esto también es México.

Y después, toca desempolvar la lupa. Guardar las cornetas de apoyo y afilar los lápices. Ya vendrán los primeros memes, pero espero que venga también una crítica potente y constructiva , una oposición inteligente que, en esa dialéctica casi irreal, nos conduzca a mejores decisiones. Hoy se acaban los colores y las consignas, y más nos vale a todos jugar en el mismo equipo, honrar nuestras decisiones . Porque no hay ningún otro modo de ser congruentes, de dormir tranquilos y soñar esperanzados, de ser mexicanos en toda la extensión de la palabra.

@elpepesanchez

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