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El ajedrez es un juego difícil, en el que a veces hay que simplificar para aminorar su complejidad. Esto se logra reduciendo algunos de sus componentes mediante el intercambio de piezas o peones. Como recurso táctico, la simplificación también se refiere a la prescindencia de elementos secundarios y al procedimiento destinado a ordenar y hacer más sencilla la solución de un problema.
El teórico Manuel Golmayo dijo: “El ajedrez, como la vida, tiene un carácter esencialmente problemático; por tanto, conviene abordarlo con criterio simplificador, lo que no implica cercenamiento, sino ordenación”.
Generalmente, la simplificación favorece al bando que tiene alguna ventaja y perjudica al que está inferior. Por eso, hay que realizarla con exactitud y en el momento oportuno. Desde la literatura, el escritor Gabriel García Márquez, en su novela “Cien Años de Soledad”, escribió: “Había tenido que violar todos sus pactos con la muerte y revolcarse como un cerdo en el muladar de la gloria, para descubrir —casi con 40 años de retraso— los privilegios de la simplicidad”.