Todas las niñas y los niños del mundo necesitan un desarrollo infantil temprano adecuado para tener éxito en la vida. Invertir en la primera infancia, principalmente en quienes han nacido en condiciones y entornos con menos oportunidades de crecimiento, determina la creación de una fuerza laboral altamente educada, saludable y capacitada y, por ende, determina el futuro económico de una nación.

Mi trabajo, junto con un equipo de economistas, sicólogos y neurocientíficos, muestra que el desarrollo durante la primera infancia influye directamente en la economía, la salud y el comportamiento. Asimismo, en mi último estudio, titulado Quantifying the Life-cycle Benefits of a Prototypical Early Childhood Program (Cuantificación de los beneficios del ciclo de vida de un programa prototipo de primera infancia), hemos encontrado que cada dólar invertido en un programa de calidad para la primera infancia generará un retorno anual de 14%.

Esta investigación, la cual se llevó a cabo con programas educativos en Estados Unidos y con niñas y niños en condiciones adversas, analiza una amplia variedad de resultados de la vida, como la salud, la delincuencia, los ingresos, el coeficiente intelectual, la escolaridad, y el aumento en los ingresos de una madre cuando regresa al trabajo después de los días de maternidad.

En México, los padres reciben poco apoyo para la crianza y los niños(as) no tienen acceso a programas comprensivos de desarrollo infantil temprano. De acuerdo con datos de la OCDE (https://goo.gl/y7D19f), las licencias parentales y el apoyo a la educación y atención en la primera infancia en el país son relativamente débiles. Datos de UNICEF indican que en México casi 20% de las niñas y niños de 36 a 59 meses no tienen un desarrollo adecuado, es decir, no cuentan con las habilidades que corresponde a su edad en diversos ámbitos. Comparado con otros países de la región que tienen información para ese indicador, México tiene un desempeño muy por debajo de países como Barbados (97%), Cuba (87%) o Uruguay (87%).

Este año los mexicanos tiene la oportunidad de hacer algo al respecto, de cambiar el rumbo que las políticas públicas actualmente llevan y redirigirlo a las niñas y niños del país. Más de 300 organizaciones se han unido para pedir a los candidatos a la Presidencia que firmen el Pacto por la Primera Infancia. Este pacto busca que Margarita Zavala, José Antonio Meade, Andrés Manuel López Obrador y Ricardo Anaya se comprometan a mejorar los indicadores sobre los derechos de la primera infancia en México, y a desarrollar una política para el desarrollo integral de niños y niñas más pequeños. Esta priorización expresada en forma de pacto social es el único camino para aumentar la productividad y reducir la desigualdad a la vez.

Hay que recordarles a los candidatos que cualquier gobierno que busque implementar programas para el desarrollo de la niñez temprana, debe tener en cuenta los siguientes cuatro ejes clave:

1. La ayuda a niños desfavorecidos de edades de cero a cinco debe ser la prioridad.

2. Personal profesional que se concentre en el desarrollo de las habilidades cognitivas y sociales en los niños pequeños.

3. Apoyo y educación a los padres que buscan el desarrollo óptimo de sus hijos.

4. Recopilación y análisis de datos sobre el desarrollo del niño durante el programa y verificar con frecuencia el progreso estudiantil después del programa.

Celebro la iniciativa del Pacto por la Primera Infancia en México y felicito a todas las organizaciones que lo conforman. Confío en que los candidatos escucharán el llamado y pronto los niños y niñas mexicanos contarán con el apoyo para alcanzar su máximo potencial. En México y en todo el mundo, empecemos por lo primero.

Premio Nobel de Economía 2000

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