Entran armados a los negocios del Centro Histórico, someten a comerciantes y locatarios, se llevan mercancía, teléfonos, dinero. Todo lo que encuentren al alcance de la mano.

Sucede a diario en locales ubicados en Leona Vicario, San Antonio Tomatlán, Manuel Doblado, prácticamente cualquier calle del oriente del Centro Histórico de la Ciudad de México.

Los asaltos tienen como fin “ablandar” a las víctimas. Dos o tres días después, gente de la Unión Tepito aparece en el negocio. Los recién llegados suelen decirle a los comerciantes: “Nosotros les podemos evitar estos problemas, podemos controlar a los muchachos para que dejen de molestarlos”.

A cambio de garantizar la “seguridad” de sus víctimas, los miembros de la Unión llegan a exigir, según el caso, hasta 300 mil pesos al mes.

Hay temor en los ojos de los comerciantes. En aquella parte de la ciudad corren las historias. Un dueño de comercio se negó a pagar. La Unión “levantó” a su contador y luego arrojó en una calle el cadáver desfigurado a golpes y a tiros. La Unión Tepito visitó nuevamente al comerciante para saber si había entendido el mensaje.

En febrero pasado, cuatro personas que habían acudido a la agencia del Ministerio Público que está en la delegación Cuauhtémoc, y denunciaron una extorsión por parte del grupo criminal, fueron acribilladas al salir, en las puertas mismas de la agencia.

Los comerciantes del Centro Histórico se han quedado completamente solos. Se dicen abandonados, traicionados. Las denuncias que se animan a interponer no avanzan, y los criminales no tardan en saber que han sido denunciados. Saben el día y la hora en que la denuncia fue levantada.

—Ellos están cómodos en las calles, y los incómodos e inseguros somos nosotros —me dicen locatarios de la zona.

Oigo casos de vendedores ambulantes “levantados” por la Unión. Todos estos se parecen: el grupo criminal va por sus víctimas a plena luz del día, a la vista de todos las sube a potentes camionetas: les tapa la cabeza en tanto se dirigen a algún lugar cercano.

Luego de molerlas a golpes, de quemarlas con sopletes, de grabarlos a navaja una “U” en el estómago o la espalda, los delincuentes imponen sus condiciones: la cantidad que acudirán a cobrar cada mes o cada semana.

La Unión tiene al Centro en la palma de la mano. La extorsión se ha extendido, incluso, a las trabajadoras sexuales de La Merced. Todos saben que cada noche ellas tienen que llevar su cuota al Hotel Liverpool de la calle de Manzanares: 300 pesos diarios las jóvenes, 50 pesos diarios las mayores de 35.

—El área la controla un tal Johnny Fierro —me dicen.

Ayer, los comerciantes del centro me hicieron llegar un “diagrama”, realizado por ellos, de la organización criminal que hasta el día de su detención dirigió Roberto Moyado Esparza, El Betito. Contiene los nombres y las caras de sus verdugos.

Según el documento, entre los principales miembros de la Unión figuran Erasmo Amaral, El Trompas; Juan Ruiz, El Maciel; Irving Herrera, El Irving; Mauricio Gasca, El Tomate; Rodolfo Rodríguez, La Gorda, Omar Sánchez, El Gaznate; Víctor Hugo Ávila Puente, El Huguito. Aparece también un sujeto apodado El Manzanas.

El “diagrama” indica que La Unión cuenta con encargados o responsables prácticamente en cada zona del Centro. La Merced, por ejemplo, está a cargo de un sujeto al que llaman Uriel. La calle de Colombia y el Eje 1 Norte es responsabilidad de Eduardo Miguel Ramírez, apodado El Chori. Sigue la lista: En Santo Domingo: Víctor Hugo Ramírez Tiburcio, El Huguito, y Vicente Quintero Mateo, El Piojo. Colonias Buenos Aires y Doctores: Alberto Fuentes Castro, El Elvis.

Colonia Guerrero: El Romel (cuñado de El Betito). Las calles de José Joaquín de Herrera, El Carmen y Apartado: El Perro y El Pato. Paraguay: Isaac, alias El Pechugas, David Vega, alias El Tuta, Giovanni, alias El Quesillos, así como un hombre apodado ‘El Moustro’ (sic). Colonia 20 de Noviembre: El Apá.

Calle Juan Rodríguez Puebla: El Bryan, alias El Pozoles. Calle de Brasil: Miguel Pérez de la Vega, alias El Micky. Extorsión a comerciantes de Tepito: La Hormiga.

De acuerdo con los locatarios, debajo de los posibles sucesores de El Betito (El Jamón y El Pistache) “hay muchos brazos que siguen operando y siguen avanzando, y nadie los ha tocado”. La Unión tiene al Centro en la palma de la mano.

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