Entre los muchos, desmesurados, injustos negocios de la política a la mexicana, la intermediación ocupa un lugar superior: es redituable y no conlleva (o no tanto) los riesgos de la corrupción sincera. La intermediación en México requiere no sólo carecer de escrúpulos y hacer de ello una virtud, como casi todo político, sino poseer la destreza en el complicado arte de hacer ciudadano en bola (o, para decirlo científicamente, “ampliar las bases”) para vender luego sus servicios al mejor postor.

El reciente traslado de la Lic. Dolores Padierna y su esposo el Lic. René Bejarano a las hinchadas filas del MoReNa significa no sólo el regreso a casa de una hija y un hijo pródigos astutos, sino que se ha realizado la venta, o renta, o hipoteca de una bola bastante considerable, la que compone la nómina de su Movimiento Nacional por la Esperanza.

Se recuerdan los videos en los que se miraba al Lic. Bejarano, secretario entonces del jefe de gobierno Lic. AMLO, realizando unos particulares movimientos de esperanza, los que consisten en retacar billetes en maletas. Cayó
en desgracia, se le declaró inocente (porque, bueno, la esperanza nunca muere) y no sólo revivió sino que volvió con su esposa, la Lic. Padierna, al pingüe negocio de la intermediación clientelar.

Como es sabido, ese negocio consiste básicamente en que un líder social otorga su apoyo a un político a cambio de intermediar en la repartición de los subsidios que ese político controla. Si el político acepta (y siempre acepta), el líder pone a sus órdenes a sus fieles, a los que manda a las marchas y a las urnas para que junten puntos que luego cambiarán por un cacho de subsidio (escrituras, tubería, placas de taxi, etc.). Todos ganan.

Cuando un líder social alcanza el poder de Bejarano/Padierna, otros líderes —para los que ahora Bejarano/Padierna juegan el papel del político— repiten el esquema con sus propias bases y en busca de sus propios subsidios, lo que agiganta la pirámide de intermediación y el mercado de compraventa de esperanza.

Esto explica que los servicios de renta de ciudadano en bola que ofrece la marca Padierna/Bejarano, según su página web (mne.org) hayan multiplicado el “movimiento” en varios movimientitos: el Movimiento Juvenil por la Esperanza, el Municipalista por la Esperanza, el Ambiental por la Esperanza, el Deportivo por la Esperanza, el Cooperativista por la Esperanza. Y administra también a los Pueblos Indígenas por la Esperanza, a la Convergencia Democrática Magisterial, a la Alianza Sindical Esperanza y Movimiento y a la Red Nacional de Transportistas por la Esperanza (es en serio).

¿Tiene usted esperanza en lo que sea? Aquí se la tramitamos como movimiento, siempre y cuando junte usted bola. Y funciona. La pareja lleva muchísimos años administrando ciudadanía en bola para, a cambio de sus servicios, apresurar beneficios que, de otro modo, difícilmente habrán de conseguir, pues el sistema está diseñado para sólo funcionar con intermediarios y con bolas. Otro círculo vicioso, de esos que nos salen tan bien en México.

El Movimiento propiedad de Bejarano/ Padierna se ha sumado ahora, en nombre de “la izquierda”, al MoReNa propiedad de su antiguo jefe. Como ordenan los modales de moda, ordenaron una consulta democrática entre sus bases con esta pregunta: ¿Quieres que nos vayamos a MoReNa? Tacha uno: SÍ o NO. ¡Y que gana el SÍ! Ahora se llama Movimiento “Nueva Esperanza”, anticipo del que AMLO seguramente llamará “El País de la Esperanza”. Cuando Bejarano sea secretario de Gobernación, la compraventa de esperanza se convertirá en derecho constitucional.

Olvidé mencionar otro de los movimientitos de Padierna/Bejarano. Es especialmente encantador. Se llama “Amor y Mujer Movimiento y Esperanza” (es en serio). En su “plataforma” anexa se explica su teoría, que transcribo sin sics: “Abocamos a lograr una equidad de género real donde hombres y mujeres, sin discriminación, a partir de las diferencias físicas y anatómicas que por naturaleza poseemos podamos potencializarlas y construyamos ideas, prácticas, normas, conceptos, estrategias y valores culturales encaminados a ampliar, ofrecer y garantizar igualdad en el ejercicio de nuestros derechos, partiendo de la premisa de que las mujeres y hombres somos seres humanos.”

Gran premisa.

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