López Obrador descartó ayer en San Luis Potosí la posibilidad de extraer petróleo y gas natural a través de la técnica del fracking: “De una vez les digo que, en todo el sexenio, no va a haber fracking en México”. En su administración “se reforzará la extracción de petróleo en tierra y en aguas someras, pero mediante el método de perforación tradicional que emplea barrenos. Vamos a sacar el petróleo con el sistema de siempre”. ¡Horror, no, por favor, no!

Grave, gravísimo error, similar a su declaración relativa a los “ventiladores” en la Rumorosa, cuando se opuso a la instalación de poderosos aerogeneradores en un parque eólico en la Sierra de Juárez, Baja California, porque “afectaban el medio ambiente de la zona”. Al respecto debe aclararse que un aerogenerador aprovecha la fuerza y velocidad del viento, para producir electricidad en el contexto de una fuente limpia y renovable de energía, porque en su operación no se utilizan combustibles fósiles (generadores de gases de efecto invernadero, que son los responsables del calentamiento global y, por ende, del cambio climático), y porque el viento es un recurso considerado inagotable, renovable. El supuesto daño ecológico es falso, según se ha demostrado en Europa, en Japón y en Estados Unidos y, por otro lado, el beneficio social es importante en función de la generación de empleos y del abaratamiento sensible del precio de la electricidad doméstica, comercial e industrial. ¿Otro error de la misma naturaleza? Crear una zozobra nacional e internacional con los cuestionamientos, en su mayoría, infundados, respecto al aeropuerto capitalino, un gigantesco “HUB”, la obra de ingeniería civil más importante en la historia de México, que moverá a 70 millones de personas y transportará más millones de carga, todo ello en beneficio de la nación.

Volvamos al fracking, un proceso usado para extraer petróleo y gas natural de reservorios históricamente inaccesibles que implica la perforación de pozos a altas presiones para fracturar rocas y liberar hidrocarburos. La década pasada, Norteamérica, y más específicamente Estados Unidos, ha experimentado un auge en la producción de gas natural, ha creado miles de empleos en todo el país, al tiempo que proporciona una fuente de energía significativamente más limpia que el carbón.

Gracias al fracking Estados Unidos empieza a ser reconocido como “Saudi América”, al ser prácticamente autosuficiente para cubrir sus necesidades de gas, con enormes ganancias para su economía, pues cesan las importaciones de insumos energéticos, dando lugar además a la posibilidad de electricidad más barata, lo cual incidirá positivamente en la industria y en la competitividad internacional. En cuanto al petróleo, el futuro se torna muy promisorio, tanto que la Agencia Internacional de Energía (IEA) predice que Estados Unidos podría convertirse en el mayor productor de petróleo en el mundo para 2020, sobrepasando a Arabia Saudita y a Rusia, y en el más grande exportador de crudo, lo cual tendrá también una extraordinaria repercusión económica y eliminará la alta dependencia actual en materias tan estratégicas como los hidrocarburos.

Paralelamente, Estados Unidos está avanzando en la utilización de fuentes de energía renovable, como la solar y la eólica, que ya comienzan a tener un relativo peso en el total de la producción energética, pero aún con costos relativamente elevados.

¿Resumen? ¡Va! En México no se estudia ni se copia la revolución tecnológica que permitió a Estados Unidos aumentar su producción de crudo de 5 millones de barriles diarios en 2008, a 10.5 millones en marzo de 2018. Una proeza industrial, financiera y económica por donde se vea. Mientras que la Unión Americana ya está exportando 3 millones de barriles diarios petróleo y se enfila a ser el primer productor de crudo y gas del mundo, todo ello gracias al fracking, en tanto su producción de gas natural subió de 16.8 billones de pies cúbicos en 1986 a 28.8 billones en 2017 y cuentan con un millón de pozos de fractura hidráulica, en México, López Obrador prohíbe el uso del fracking, que implicaría, en el corto plazo no solo la posibilidad de lograr la autosuficiencia energética del país, sino también de recuperar nuestra plataforma petrolera para volver a exportar 3 o 4 millones de barrilles al día, en lugar de un millón 900 mil del primer semestre de 2018, sin poder contener la escandalosa caída de producción de gas de 7 millones en 2009 a casi 5 en nuestros días.

Los problemas que surgen con el fracking son errores de implementación. Las fugas y el uso del agua son problemas que pueden solucionarse simplemente con protocolos de ingeniería estrictos y una eficiente regulación gubernamental, se trata de los mismo riesgos de perforación de cualquier otro pozo petrolero.

Más resúmenes: mientras que en buena parte del mundo desarrollado se instalan poderosos aerogeneradores para producir masivamente energía limpia y barata para millones de personas y empresas, López Obrador sostiene que “es absurdo instalar ventiladores de energía eólica” al ser “invasiones a reservas naturales que benefician a minorías rapaces”. Mientras que en China se construyen simultáneamente 50 aeropuertos, en México se cuestiona la conclusión de una magnífica obra aeropuertaria mediante una encuesta populista y ridícula que de llegar a resultar contraria a la obra, cancelaría beneficios incalculables a millones de mexicanos, además de los consecuentes perjuicios a la economía nacional.

¡Claro que debemos instrumentar estrategias inmediatas para aprovechar tecnologías como el fracking, las eólicas y las solares con el objetivo de lograr, como en Estados Unidos, la autosuficiencia energética con sus enormes beneficios. Los argumentos ecologistas deben atenderse sin olvidar que bien pueden provenir de intereses creados inconfesables, reñidos con el bienestar del país. ¿Fracking? ¡Va! ¿Energía eólica? ¡Va! ¿Energía solar? ¡Va! Es un suicidio económico, un atentado en contra de la Nación, el hecho de dar un portazo a las nuevas tecnologías con sus innumerables ventajas en todos los órdenes…

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