Se está haciendo más frecuente que el asesinato de una mujer en cualquier punto del país acapare la atención de la opinión pública. Tras el hecho vienen en seguida muestras de indignación y condena generalizadas, sin embargo, la dinámica informativa puede en instantes hacer olvidar el interés hacia el caso. El ciudadano común enfoca su atención en nuevos temas y la violencia de género se desvanece… hasta que surge un nuevo crimen.

Lo lamentable es que en el mismo lapso la propia autoridad también pareció perder interés en el ilícito, no se informa de avances en las investigaciones del crimen y con el tiempo lo único que permanece es la impunidad.

Los gobiernos de todos los niveles enfrentan la obligación de brindar seguridad a la población en general, en especial al sector femenino. La violencia contra la mujer no debe atenderse como se hace con el problema de la delincuencia común. Este ilícito tiene otros componentes que ameritan una atención multidisciplinaria.

De acuerdo con datos del Inegi, entre las mujeres jóvenes de 15 a 29 años, 10% de las defunciones registradas en 2015 fueron por homicidio, lo que representa en este grupo de edad la primera causa de muerte. En ese mismo año cada 24 horas seis mujeres fueron asesinadas en el país, según un estudio de ONU-Mujeres México. Buena parte de las agresiones ocurren dentro de la casa y en la mayoría de los casos el asesino es pareja de la víctima.

En la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares, dos de cada tres mujeres señalaron haber padecido al menos un incidente de violencia emocional, económica, física, sexual o discriminación en los espacios escolar, laboral, comunitario, familiar o en su relación de pareja.

Se han realizado decenas de marchas contra los feminicidios. Decenas de casos han impactado a la población. Nombres como Lesvy, Valeria, Mara, y ahora Anayetzin, se han vuelto banderas para exigir #NiUnaMas.

La violencia empieza en casa, sigue en el transporte público y en ocasiones hasta en los lugares de trabajo. Hay que generar entre la mujer una cultura de denuncia ante cualquier agresión. La denuncia debe recibir un trato preferencial para que se ejerzan acciones contra el acusado de manera inmediata. Nada alienta más la comisión de un delito que la impunidad.

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