Escrito por: Daniel Barrera Pérez

La Universidad Nacional Autónoma de México ha estado presente en los momentos más importantes de mi vida, al igual que la presencia de la Institución ha sido indispensable en el desarrollo del México moderno.

Recuerdo con emoción y cariño mi primer contacto formal, en las entonces y ahora deslumbrantes instalaciones del Plantel No. 4 de la Escuela Nacional Preparatoria “Vidal Castañeda y Nájera”.

El encuentro con una gran diversidad de personas, de diferentes entornos, de intereses diversos, de posibilidades económicas distintas, pero bajo el enorme común denominador que sólo una institución como la UNAM puede ofrecer; una plataforma para todos a través del conocimiento y el acceso al deporte, la ciencia, la cultura. Un espacio universal democrático, generoso para todos, exigiendo solamente actitud y esfuerzo.

Ese encuentro inicial fue absolutamente formativo, pues me obligó a utilizar ideas y convencimiento, a aceptar lo que los demás opinan, a trabajar en grupo, a discutir, en el concepto más amplio de la palabra.

La Universidad no sólo me empezó a preparar académicamente, me dio herramientas para establecer amistades que subsisten hasta el día de hoy, verdaderos grupos de amigos, en las buenas y en las malas; de hecho, la Asociación de Exalumnos de Prepa 4 se sigue reuniendo en la actualidad y está más viva que nunca; en lo personal, haber dirigido la asociación durante algunos años y seguir trabajando con entusiasmo y cariño junto con mis compañeros es algo que me ha marcado definitivamente y de lo que me siento muy orgulloso.

La etapa de licenciatura fue similar, aunque con un poco menos tiempo para relajarse, ya que la carrera de Médico Cirujano, en la grandiosa Facultad de Medicina, en Ciudad Universitaria, siempre fue muy absorbente y dejaba poco tiempo para todo lo demás, aunque con creatividad y mucho entusiasmo siempre hubo forma de convivir con mi grupo de compañeros, con los que también establecí amistades para toda la vida.

Gracias a la Universidad tuve la oportunidad, que no hubiera podido aprovechar de otra forma, para estudiar la maestría en Salud Pública en México, y realizar estudios de posgrado en los Estados Unidos. Nuestra institución, al igual que otras instancias como el Conacyt, apoyan definitivamente a profesionistas, investigadores y docentes que, por estar iniciando su labor profesional, no disponen de los recursos para fortalecer y ampliar sus conocimientos en las mejores instancias académicas en el mundo.

Como acertadamente se ha dicho, uno ingresa a la universidad pero nunca se va; mi etapa como funcionario universitario fue la continuación natural de mi estancia estudiantil y tuve el honor y la enorme responsabilidad de desempeñarme, entre otros cargos universitarios y, por supuesto, la docencia, como secretario general administrativo de la UNAM durante ocho años, en los que tuvimos grandes satisfacciones, como la de obtener la certificación ISO 9000, sobre la calidad de los procesos administrativos de la UNAM, y la propuesta e implantación de los “Libros blancos”, un instrumento muy importante para la transparencia y desarrollo de las actividades de la institución.

La educación en nuestro país se distingue por su acceso, que desde la primaria hasta las instancias profesionales puede ser gratuita, y esto es algo para aprovecharse, especialmente la plataforma que ofrece nuestra Universidad, verdadero espacio de inclusión y movilidad social.

Por lo anterior, considero un gran acierto la existencia y el trabajo desarrollado por Fundación UNAM, que procura destacar la labor Universitaria y hacer de los miembros de la comunidad universitaria un sólido bloque de trabajo y participación.

De todo ello estamos muy conscientes en el Programa de Vinculación con los Egresados, cuyo objetivo principal es mantener a todos aquellos que hemos tenido el privilegio de estudiar en la UNAM lo más cerca posible de la institución y regresar algo de lo mucho recibido.

En mi actual responsabilidad hemos podido integrar al sector más numeroso de la comunidad universitaria, que es el correspondiente a los egresados, a participar activamente en el desarrollo cotidiano de nuestra institución, implantando proyectos como el Fondo de Becas para la Titulación, dirigido a estudiantes que han concluido su licenciatura y a quienes se apoya durante un semestre para que estén en mejores condiciones de titularse.

En este esfuerzo han participado egresados a título personal, o a través de las más de 150 asociaciones de egresados distribuidas en todo el territorio nacional y en algunas ciudades de Centroamérica y los Estados Unidos, además de diversas entidades productivas de bienes y servicios, públicas y privadas solidarias con nuestra Universidad; sin embargo, lo más destacable es que en un gran número de casos se trata del apoyo de egresados a alumnos, de forma directa y solidaria.

El citado fondo comenzó entregando 50 becas, en donde, por cierto, mi agrupación de exalumnos de Prepa 4 participó con un “capital semilla” y donde, a lo largo de escasos siete años, se han podido recaudar recursos para entregar más de 10 mil becas, diversificando los apoyos a deportistas y jóvenes investigadores universitarios. Esto es sólo un afortunado ejemplo de la perseverancia, el entusiasmo y la generosidad de nuestros egresados.

Ser universitario, haber estudiado en la UNAM es, sin duda, un gran privilegio, pero también un gran compromiso para toda la vida.

Aplicar y transmitir los valores recibidos por la Universidad, regresar a la sociedad el apoyo y el sustento a través de un verdadero compromiso social debe de distinguirnos a todos los que estamos decididos a seguir perteneciendo a la comunidad universitaria más extensa e importante del país.

Al pensar en la Universidad me vienen, inevitablemente, las palabras orgullo, distinción y pertenencia y, eso, como lo han dicho acertadamente otros universitarios, es para siempre.

Director General del Programa de Vinculación con los Egresados-UNAM

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