Cuando lo entrevisté en septiembre pasado, en Nueva York, Antonio Guterres sonrió ante una pregunta sobre los desafíos que imponía la era Trump al mundo y respondió que como secretario general de la ONU él estaba preparado para tratar con todos los gobiernos, siempre con base en los valores de la paz, la seguridad, el desarrollo sostenible pero incluyente, la globalización justa y el respeto a los derechos humanos.

El último día de 2017, Guterres, ya sin sonrisa, decidió que en vez de enviar al mundo un mensaje de Año Nuevo emitiría al planeta una “señal de alerta, una alerta roja” para 2018.

En un video de minuto y medio, el portugués estableció que durante su primer año al frente de Naciones Unidas (entró al cargo 20 días antes de que Trump llegara a la Casa Blanca) hubo en el mundo un serio retroceso en aspectos fundamentales.

Mencionó que la amenaza nuclear está en el nivel más alto desde la Guerra Fría, el cambio climático avanza más rápido que la respuesta del mundo, las desigualdades crecen, hay horribles violaciones de los derechos humanos, y el nacionalismo y la xenofobia van en aumento.

Apeló a la unidad de los líderes nacionales para superar el odio y encontrar objetivos comunes.

En este arranque de año electoral en México, de relevo en la Presidencia, tal vez a los aspirantes les pueda ayudar un poco esa capacidad de síntesis de Guterres para identificar de manera clara y sencilla los problemas y los objetivos.

En esta etapa de “precampañas” hemos visto una especie de subasta de promesas sueltas y generalidades.

Sospecho que en 2018 tendrá ventaja el candidato o candidata que logre formular a los mexicanos una propuesta clara, fácil de entender y realizable para cada uno de los temas que plantea Guterres, trasladados, claro, a nuestro país:

—Paz y Seguridad. Incluye aquí, violencia, criminalidad, inseguridad pública, Estado de Derecho, procuración de justicia y, por supuesto, corrupción.

—Desarrollo sostenible pero incluyente. Aquí se trata de desigualdad, pobreza, oportunidades de estudio, empleo y bienestar. Y cuidado del ambiente y sus recursos.

—Globalización justa. Incorporación de las desiguales regiones del país al desarrollo global. Y un plan económico y comercial para el país con o sin TLC.

—Respeto a los derechos humanos. Se trata de la Integridad de las personas, igualdad ante la ley y la justicia, y libertad para ser, expresarse, emprender y decidir sus opciones de vida.

Al votante le preocupa su seguridad, su bienestar, sus oportunidades y su libertad. No es tan complejo.

Me queda claro que si fuera fácil plantear ofertas sencillas y creíbles, la “campañología” no sería una industria floreciente. Pero no les haría mal a los equipos pensar un poco en lo que esperan los ciudadanos. Hasta ahora, los aspirantes parecen más preocupados por ganar apoyo de grupos clientelares, corporativos y burocráticos. Los ciudadanos esperan. Y son muchos más.

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